Ely del Valle
Y Rajoy dijo sí
El trámite se ha cumplido, aunque el Rey se lo podría haber ahorrado, porque tampoco hay que ser un ávido lector de periódicos –que lo es– para saber de antemano lo que cada uno de los líderes políticos le iba a manifestar. El único interés de la ronda de consultas era saber si Felipe VI mandaba a todos al rincón de pensar antes de designar un candidato o si delegaba la responsabilidad del calendario en Rajoy transladándole el encargo de intentar la investidura pero sin exigirle un esprint. Ha sido lo segundo, lo que deja un levísimo resquicio a la esperanza de que nos podamos evitar unas terceras elecciones, cosa que, por otro lado, hoy por hoy sigue teniendo mucho de utopía.
Rajoy va a tener el tiempo que decida la presidenta del Congreso –o sea, el que él mismo considere necesario– para intentar un triple mortal con tirabuzón: que el PSOE se abstenga, que es en definitiva y con perdón de C’s, lo único que permitiría que salgamos del atolladero.
Para ello harán falta muchos tachones en ese documento que el PP ha enviado a los distintos partidos y una gran dosis de generosidad para que los socialistas no sólo no tengan que humillarse sino también para que perezca que, cediendo, imponen. Por principios, el PSOE no puede virar hacia el «sí» y tiene sumamente complicada una abstención que sería utilizada por Podemos para proclamarse líder de la oposición. Sólo escenificando que consigue marcarle el paso a su gran rival, colocándole una parte sustancial de sus políticas, y agarrándose, quizá, a la necesidad de poner freno al último golpe de mano de los independentistas, podría justificar que le deje vía libre a Rajoy. Es la única solución. Todo lo demás, conversaciones, acercamiento y guiños al resto, C’s incluido, no será mas que la parte necesaria pero irrelevante de un espectáculo cuyo final sigue siendo una incógnita.
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