María José Navarro
Yo, Leonor
La verdad es que hay que ver lo envidiosas que son algunas. Fue ir yo al Manzanares y mi hermana como loca. Yo quiero, yo quiero. Pos hala, a la opera. Ahí estuvo, más perdida que el barco del arroz. Porque Vds. no me negarán que a ella le llegaba la barandilla del palco por los ojos justamente y sin embargo a mí se me veía a la perfección, pendientita de todo, gozando como si no hubiera un mañana, que canté el gol que me van a fichar de una radio o algo. Que mi So bajó al vestuario de esta gente vestida de farmacéutica pero yo soy una señora. Que por cierto, parece que enseguida se tuvo que desmentir que lo de estar en los dos palcos QUISIERA DECIR QUE NOSOTRAS SOMOS DE LOS EQUIPOS A LOS QUE FUIMOS A VISITAR, que es que ya no se puede ser más tiquismiquis que este personal, de verdá. Bueno, pues el caso es que a ver qué hacemos el día de la final porque en mi casa puede arder Troya. Ese día mi So y yo nos ponemos como las hermanas Abradelo y luchamos en el barro y todo. Entre unas cosas y otras, caracoles, van a ser semanas con sustancia de nuevo. Por lo visto sale un libro de los titos estos que tenemos en Suiza que vaya perlas nos han quedao. Que parece que fue la tita la que le hizo al tito una defensa al hombre y un escrache que ríete tú de Godín. Cómo se me notan ya los colores, que, ahora que lo pienso, seguro que VAN A DESMENTIR QUE A MÍ SE ME NOTEN LOS COLORES, NO VAYA A SER QUE SEA UN ESCÁNDALO Y NOS DÉ POR OPINAR DE ALGO. Me voy, que estoy harta de tó. Muchaaaachooooosss.
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