
Cuartel emocional
La conjura de los necios
El protagonista de la historia, de nombre Ignatius, tiene mucho que ver con Trump
Me viene como anillo al dedo el título de la descacharrante novela de John Kennedy Toole para comenzar y también para dar forma a estas líneas que vienen a continuación. El protagonista de la historia, de nombre Ignatius, tiene mucho que ver con Trump y sus excentricidades y peculiaridades, que en el caso del presidente americano son cada vez más sonoras. Esta semana se ha salido asegurando que la Unión Europea se creó para fastidiar a los EE.UU.; salta a la vista que esto es así, no hay más que ver la pobreza de las iniciativas de este conglomerado de países del Viejo Continente y el fracaso de sus acciones, así como la escasa brillantez, tanto de sus mandatarios más sobresalientes como de los representantes de cada país miembro, que son los vagos que pueblan el Parlamento en Estrasburgo –muchos ni van a las sesiones-, y de los que mantienen la actividad legislativa diaria en las oficinas administrativas de Bruselas. Todo a costa del bolsillo de los contribuyentes. Pero la verdadera “conjura de los necios” es la de dentro de nuestro país, esos individuos e individuas, en este caso individua por ser la protagonista la tal Montero, que nos van a pegar un palo contributivo, condonando por un lado deuda a las regiones para dar gusto a Cataluña sin la cual Sánchez no puede seguir reinando en Moncloa, y vendiendo la cosa también a Andalucía para que los del sur se animen a votar socialista. Una conjura muy bien montada por todos los necios que componen el Consejo de Ministros, veintidós, les recuerdo, más los centenares de asesores que pueblan el complejo de Moncloa.
Pero si la famosa “quita” protagonizó los noticieros de la semana, Trump, el necio mayor, no se quedó atrás, con el vídeo creado con inteligencia artificial recreando un paraíso de ensueño en la imaginaria Riviera gazatí, con una estatua dorada de su imagen como hacedor de la paz y el esplendor de la zona. Ojalá fuera cierto lo de la paz, porque hasta ahora sólo vemos féretros, algunos que acumulan tres cadáveres, los de los miembros de una familia –dos niñitos pequeños y su madre-, asesinados por Hamás, que van a ser enterrados en el mismo kibutz donde fueron secuestrado para más tarde resultar masacrados a manos de los terroristas. A la vista de estos horrores lo de Jessica no es más cosa que la frivolidad de un putañero, Ábalos, que con toda su cara dura costeaba a su servidora sexual con cargo al Estado. El mismo que capitaneó la moción de censura contra Rajoy por corrupción. Ahora diga usted quien es el corrupto, señor ex ministro de Fomento y mano derecha de Sánchez, el que se erige como héroe del fascismo de Trump, Orban y Vox, hermano de su hermano, que al igual que Jessi cobraba del Estado sin trabajar en nada, y marido de Begoña, para quien se creó una cátedra a medida. Pero son ya frases muy repetidas, argumentos muy manoseados, que todos conocemos y traemos a las conversaciones de sobremesa, cuando lo que queremos es olvidarlo para no encabronarnos más de lo que ya estamos. Tampoco tocar el asunto de Monedero, los de Podemos y Sumar porque huele ya a puchero enfermo.
CODA. No es que una sea negativa, pero no pienso trasnochar –o madrugar, según se mire-, para ver la ceremonia de los Óscar. Ya nos pondrán las imágenes importantes en otros programas y las fotografías de los que van exhibiendo su guapismo. Me interesa sobre todo Demi Moore, que me parece un fenómeno de la naturaleza. Esos brazos pulidos, esos hombros perfilados, esa cintura…¡Por Dios! Eso no es cirugía estética, eso es varita mágica o un milagro. ¡Qué envidia!
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