«De Bellum luce»
Dejen de chillar y copien al correcaminos
Posiblemente tiene razón ese ex ministro socialista que asegura que «esto ya no tiene arreglo»
Cada vez que estalla una crisis, de ésas que se podrían llamar de Estado, su gestión me deja el mismo sabor de boca. El mismo que te produce una mala digestión durante el rato en el que no acabas de saber cómo va a acabar aquello. En nuestra política se ha impuesto ya como hábito que cuando hay un problema los políticos o las administraciones con responsabilidad en su resolución acaban como el Coyote, que siempre llegaba tarde para comerse al Correcaminos (la solución del problema). Las mascarillas llegan cuando empieza a bajar el foco de contagios de virus respiratorios o vemos a un helicóptero de Salvamento Marítimo dejándose filmar sobre las aguas de la costa gallega cuando alguna bola de plástico de las que ha vertido el buque mercante Tocanao, en aguas portuguesas, ya está probablemente casi llegando a la costa francesa.
Como el Coyote, los planes de nuestros políticos para afrontar cualquier crisis parecen cada vez más complejos y elaborados. Cada vez más absurdos. Pero aquí, a diferencia de la empatía que provocaba el burlado animal, lo que nos están provocando es un hastío cada vez mayor y unas ansias, apenas reprimidas, de que, de una vez por todas, sea el Correcaminos el que acaba comiéndose al Coyote. Total, al final las cosas o no se arreglan o acaban arreglándose por sí solas.
Si la situación es ya de apuro dentro de un contexto tranquilo y sin nada en juego, mejor no echar cuentas cuando los Coyotes se juegan algún coche oficial en un examen electoral. Entonces, ya sí que mejor darlo todo por perdido porque te puedes encontrar con aspirantes a presidir un gobierno autonómico utilizando fotos «fake» de peces que fallecieron en Sri Lanka o a un ministro que desde el coche oficial, y con sueldo pagado por todos los españoles, te abre un hilo como comentarista de la antigua Twitter para hacer de mamporrero del adversario. Lo peor de todo esto es, sin duda, nuestra capacidad de acostumbrarnos a lo que nos echen y la necesidad de renunciar a exigencias que antes se planteaban como indiscutibles. Y si los que hemos vivido otros tiempos ya empezamos a aceptar el disparate y la irresponsabilidad como norma de estilo de quienes nos dirigen, qué pensar de aquellos que han sido educados en estos tiempos y no han conocido otra cosa. Posiblemente tiene razón ese ex ministro socialista que asegura que «esto ya no tiene arreglo». Igual que el Coyote verdadero, al que algunos amamos, con el Correcaminos.
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