El buen salvaje

Dios salve a Biden y a la oreja de Trump

No le puedes decir a un presidente que es un vejestorio y que se aparte, hay que tratarlo como haría Clint Eastwood con sus personajes, lo que pasa es que Eastwood es republicano

La oreja de Trump, puesto que vivimos en una nueva Edad Media (todo lo desconocido da miedo, esto daría para un ensayo, pero me espera el peluquero) es ya no un icono (esa palabra mal usada) sino una reliquia. Algún día será expuesta ante sus fieles y verán cómo renace cada verano como una canción de verbena gallega. Ha sido comparada con la del autorretrato de Van Gogh, con Marianne, la libertad guiando al pueblo de Delacroix. Solo hay que saber posar y estar en el ángulo adecuado. Lo digo muchas veces: «Es la foto, estúpido», y no me hacen caso, lo que demuestra lo de la estupidez. Lo importante, queridos, no es salir en la foto ¡sino salir bien! En los Cavia algunos no defendían bien la pajarita, mejor no dar nombres, y eso nos lleva al desastre, a un desastre futuro, pero al desastre, como si se librara la guerra del planeta de los simios en Josefa Valcárcel. Eso da muestras del fin de la civilización. Conservo mi esmoquin de Christian Dior talla cero. Como esperen mucho, ya no me entra. Ay, las fotos. Ay, Begoña por qué no fuiste con el rubio rico de Marta Ortega, Ay, Cavia.

Pero iba a Trump, no, perdón, iba a Biden. La iconografía ha dado el beneplácito a Trump, pero ha sido malvada con Biden. Si George Clooney y otros donantes fueran tan progres como dicen no dejarían al actual presidente de los EE UU como un viejo chocho, para que andar con circunloquios, y sin dinero. Clooney representa la maldad y la hipocresía de la izquierda. Vale, no se puede ser más guapo, ni tampoco más gilipollas. Si la derecha aborreciera de un candidato por viejo dirían que se trata de un caso de edadismo. Si excediera de peso, se comentaría que estamos ante un evidente caso de gordofobia. Y así.

Biden debería retirarse con el honor de los que han puesto el último huevo. No le puedes decir a un presidente que es un vejestorio y que se aparte, hay que tratarlo como haría Clint Eastwood con sus personajes, lo que pasa es que Eastwood es republicano. Para irse a casa lo mejor es que te pongan una alfombra roja desde la que seguir el camino de baldosas amarillas de la residencia, la tranquilidad o la muerte. Un poco de decencia, por favor. Biden asegura que solo Dios puede apartarle. Y tiene razón. Biden es un Papa. O un Rey. Para algo se inventaron la liturgia y las formas. Si me cortaran la cabeza me gustaría ver cómo agacha la suya el público mientras se llega al cadalso. Trump ha ganado, pero Biden está a tiempo de no perder, de ponerse bien la pajarita y pasar a la historia. Amén.