Ana pastor: cuentas y no cuentos

Si en el Gobierno de Mariano Rajoy alguien destaca por su eficacia, seriedad y discreción es la ministra de Fomento, Ana Pastor. El ruido está en los platós de televisión y en el aplauso fácil, en las propuestas hechas al gusto de las audiencias –que exactamente no son los votantes– y la volatilidad de los programas. La obligación del Gobierno, les guste o no a los «debatólogos» –especie de muy reciente creación–, es explicar en qué han invertido el dinero que los españoles les han confiado y proponer qué van a hacer en el futuro para mejorar el bienestar de todos. No es poco. Oír a Ana Pastor sintetizar ese espíritu de defensa de las políticas tangibles frente a la materialización de deseos ideológicos de difícil –cuando no nefasta– concreción, obliga al relato preciso de las infraestructuras creadas para hacer de nuestro país uno de los mejor dotados en carreteras, red ferroviaria y aeroportuaria. Como dijo la ministra ayer en LARAZÓN, son «cuentas y no cuentos». Es decir, la parte menos lucida de la política guiada por los índices de audiencia, pero la que estructura de manera más sólida un país, hecho, además, con visión de futuro, lejos del sectarismo que nos invade y en beneficio de todos los españoles. En este terreno, la política del Gobierno aplicada por Ana Pastor ha sido ejemplar.