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Confianza europea en España
España ha sufrido las consecuencias del desgaste de su imagen y presencia internacionales padecido con los gobiernos socialistas. Fue otra parte de esa herencia envenenada, menos perceptible, pero también dañina como el legado económico, territorial e institucional de la izquierda. Esa acentuada pérdida de peso político en las instituciones donde se toman buena parte de las decisiones que afectarán al destino del país ha supuesto un lastre que el Gobierno del PP ha sabido reconducir con perseverancia y sensatez. No ha sido sencillo, porque el tablero es complejo, los competidores son fuertes y nuestras circunstancias no eran óptimas. Sin embargo, las políticas reformistas del Gobierno, su rigor y seriedad en el cumplimiento de los compromisos adquiridos, han permitido no sólo la reactivación de la economía hasta auparse al liderazgo del crecimiento en Europa, sino también la recuperación de la confianza y la credibilidad ante nuestros socios. Con el transcurso de los años, Mariano Rajoy ha logrado que España se reenganchara a los foros decisorios con una creciente capacidad de influencia. Se ha manejado con diligencia allí donde otros fracasaron. De ese clima favorable, de esas alianzas estratégicas con socios determinantes como Alemania, se ha podido beneficiar el país en coyunturas complejas. Y, gracias a ello, el presidente del Gobierno se ha hecho con los apoyos necesarios para que el ministro de Economía, Luis de Guindos, se convierta en el nuevo presidente del Eurogrupo a partir de junio cuando finalice su mandato el holandés Jeroen Dijsselbloem. Rajoy ha jugado sus bazas con destreza en la partida por el nuevo reparto del poder europeo, que afectó también al puesto de alto representante de política exterior y a la presidencia del Consejo. La designación de Luis de Guindos para un cargo clave en la estructura de mando comunitaria es de enorme relevancia para nuestro país, pues se trata de un puesto decisivo en la dirección política de la Unión Económica y Monetaria, que coordina y vigila las estrategias comunes que toman los estados miembros. Llegará en una coyuntura en la que Europa debe perseverar en su cohesión para no perder el tren del progreso en un mundo con potentes competidores. Pero hay también en este éxito incuestionable para nuestro país una dimensión interna. Con su apuesta por el ministro español, los socios comunitarios han reconocido las políticas reformistas del Gobierno, que han tenido en Luis de Guindos uno de sus actores principales. España ha ganado un pulso europeo que habría sido imposible siquiera plantear hace unos años, lo que tiene un gran mérito. El Gobierno ha ganado el peso internacional que la izquierda dilapidó, y por eso estamos hoy donde estamos, incluido el Consejo de Seguridad de la ONU, y contamos con el respeto que España se ha ganado.
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