Afganistán

El Ejército, como ejemplo

La visita del presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, a las tropas desplegadas en Afganistán ha cumplido dos objetivos. Primero, y principal, trasmitir su reconocimiento, y el de todos los ciudadanos, a unos militares que desempeñan su peligrosa labor con valor y profesionalidad intachable, aceptando el riesgo inherente a todo conflicto bélico y demostrando ante la comunidad internacional la calidad del Ejército español, en la que debería verse reflejada la verdadera imagen de España. No en vano, nuestras Fuerzas Armadas se han ganado a pulso su prestigio exterior, sin una sola mancha en su hoja de servicios. Desde Haití a Afganistán, desde los Balcanes al Líbano, los contingentes militares españoles se han comportado en todo momento de acuerdo a los valores de honor, sacrificio y eficacia que sancionan sus Ordenanzas. No hay un solo caso en el que un soldado español se haya visto implicado en un acto vergonzoso fuera de nuestras fronteras, timbre de honor del que, desafortunadamente, no pueden presumir otros ejércitos de nuestro mismo ámbito. La misión en Afganistán está tocando a su fin y durante los próximos dos años se debe completar el repliegue de todas nuestras tropas, a excepción de los especialistas que tendrán que mantener la operatividad del aeropuerto de Herat y del hospital de campaña. Porque, como ha destacado el presidente del Gobierno, el trabajo y el sacrificio allí hechos tienen un sentido muy claro: significan libertad, dignidad, respeto a los derechos humanos y mejores condiciones de vida para los afganos. La misión toca a su fin, en efecto, pero Mariano Rajoy no ha querido ocultar que todavía persiste el riesgo y que el ritmo de la retirada se acompasará a los progresos del proceso de transición, tal y como rezan los compromisos internacionales adquiridos. Diez años de difíciles y costosos esfuerzos, que han llevado al sacrificio de su vida a un centenar de compatriotas para apoyar la reconstrucción de un país martirizado por la historia, no deberían quedar baldíos. Y a partir de ahí, hay que entender el segundo objetivo de la visita navideña del presidente del Gobierno: trasmitir a todos los españoles, aunque parezca reiterativo, la necesidad de mantener el espíritu de unidad y solidaridad para afrontar la salida de la profunda crisis. Y así, ante 500 soldados impecablemente formados en la base de Qala i Naw, en una de las zonas más peligrosas del despliegue, Rajoy ha insistido, poniéndolos como ejemplo, en que con sacrificios y sin regatear esfuerzos España está sentando las bases de la recuperación económica para los próximos dos años. Pero, como ha dicho a nuestros militares en Afganistán, sin bajar la guardia y manteniendo la concentración hasta el final.