Cataluña
El Rey, siempre con las víctimas
Su Majestad no ha dudado en alterar su agenda oficial para recibir en audiencia a los representantes de las víctimas del terrorismo, a los que ha transmitido la cercanía y el cariño de toda la Familia Real en estos momentos tan devastadores para su ánimo. Un gesto del Rey con el que se identifica la inmensa mayoría de los españoles y que ha sido recibido por las víctimas con el agradecimiento de quienes sienten el apoyo y la proximidad de los demás cuando más lo necesitan. No es fácil ponerse en la piel de estos compatriotas nuestros, marcados para siempre por la violencia brutal del terror y que durante muchos años tuvieron que hacer frente a su dolor entre el silencio cómplice, la cobardía o el cínico cálculo político de quienes estaban más obligados a alzar la voz frente a la iniquidad de los asesinos. Ahí están, para vergüenza de muchos, las hemerotecas. Unos hombres y mujeres que siempre han defendido que la vía de la Justicia, el respeto a la Ley y la defensa de la democracia debían ser el único camino para acabar con la lacra del terrorismo, sin otra exigencia que el cumplimiento de las penas a las que se han hecho acreedores los asesinos. Hoy, las víctimas del terrorismo, a quienes la sentencia del Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo les ha devuelto a uno de los peores momentos de su tragedia, el de la incomprensión, precisan el apoyo franco de todos los ciudadanos, su cercanía y la expresión de la indignación compartida. Por ello tiene muy difícil explicación la actitud distante, cuando no hostil, que están tomando los dirigentes socialistas en Navarra y el País Vasco ante las mociones de repudio hacia los terroristas etarras excarcelados por Estrasburgo que impulsan los representantes municipales de UPN y del Partido Popular. En Portugalete, Tafalla, Villaba y Ansoaín, los ediles del PSOE se han negado a apoyar unas propuestas cargadas de doble simbolismo, puesto que en el rechazo institucional a unos asesinos como Inés del Río Prada o Juan Manuel Píriz, que no se han arrepentido de sus crímenes ni han hecho el menor intento de reparar el daño causado, va implícito el homenaje a sus víctimas, muchas de las cuales, es preciso recordarlo, murieron con el carné socialista en el bolsillo. Una actitud que se extiende a Cataluña, donde el PSC se ha abstenido en el Parlamento autonómico para no votar una demanda, amparada por la Ley Integral de Víctimas, en la que se exigía la retirada de una placa en Santa Coloma de Cervelló que considera patriota catalán a Jaime Martínez Vendrell, terrorista condenado por el asesinato del industrial José María Bultó. Es una actitud que, sin duda, no comparte la mayoría de sus votantes y que, en cierto modo, explica la constante pérdida de apoyo social de un partido que lleva demasiado tiempo instalado en la ambigüedad más estéril.
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