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Firmeza de Rajoy en Europa

La Razón
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La discusión del marco presupuestario de la Unión Europea para 2014-2020 va a poner a prueba la solidez de la Europa comunitaria en un momento coyuntural difícil y con el Gobierno alemán de Ángela Merkel bajo la presión de unas elecciones próximas. En principio, las primera propuesta de la Comisión, que prevé una reducción de los presupuestos europeos de 80.000 millones de euros, perjudicaría fundamentalmente a España, que, según los primeros análisis, podría perder unos 20.000 millones de euros entre los fondos de cohesión y las subvenciones a la agricultura. No hay que pensar en lo que ocurriría si se imponen las tesis de los «halcones» de la Europa rica, contribuyentes netos como Suecia, Finlandia o Alemania, que pretenden un ajuste aún mayor, aduciendo la excesiva carga de los rescates financieros puestos en marcha. Es evidente que nuestro país debe oponerse con todos sus medios a la propuesta, y así se lo trasmitió, ayer en Bruselas, el presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, al presidente del Consejo Europeo, Herman van Rompuy. Aunque conviene recordar que estamos en los primeros compases de una negociación multilateral tremendamente compleja y que la opinión pública comunitaria es poco proclive a aceptar nuevos esfuerzos fiscales, cuando no francamente euroescéptica, del resultado final va a depender en buena medida la velocidad de recuperación económica de la Unión Europea. Unos presupuestos regresivos, que impliquen mayores dificultades para los socios que, como España, ya están abordando fuertes políticas de ajuste, pueden tener efectos demoledores. Y más si no se tiene en cuenta el perverso efecto estadístico de la incorporación a la UE de los países del Este europeo, mucho más pobres, que elevan artificialmente la media de nuestra riqueza per cápita, con perjuicio para las regiones más desfavorecidas como Extremadura o Andalucía. Para el Gobierno español, se presenta una dura labor de convencimiento. La ventaja es que no estará solo en la tarea. Incluso países como Bélgica -contribuyente neto pero que ventea los fantasmas de la crisis- mantienen la postura de que son precisos unos presupuestos expansivos que ayuden a los socios que más esfuerzos están realizando en la contención del déficit público. Ayer, Mariano Rajoy mantuvo los primeros contactos con François Hollande y Mario Monti para la formación de un frente común sureño que abogue por políticas de mayor inversión comunitaria. El desafío estriba en convencer a la canciller alemana de su conveniencia, independientemente de las necesidades del momento. La reciente historia europea demuestra que los fondos de cohesión y las ayudas a la agricultura han sido fundamentales, también, para la prosperidad de los países ricos y exportadores.