El desafío independentista
Hay que revertir los efectos económicos del golpe
Todavía hoy, con la que está cayendo en Cataluña, los promotores del golpe alardean de gestión económica y atribuyen a una campaña de intoxicación los alarmantes datos sobre la evolución del territorio. Niegan la realidad porque esta retrata el tamaño de sus mentiras y el dañino efecto de sus gestiones. Pero los números oficiales son tozudos por mucha retórica manipuladora que le dediquen los conductores del procés. Si el número de 2.400 empresas que dejaron la comunidad ya era más que suficiente para reprobar un proyecto cualquiera, el paro de octubre, que tuvo el incremento más elevado desde 2008, y la contratación, que creció la mitad que en 2016, son una prueba de cargo contra los gobernantes secesionistas. El daño infligido al presente y al futuro de Cataluña tendrá consecuencias aún por determinar, pero de enorme impacto. Los expertos laborales estiman que podrían dejar de crearse hasta 40.000 puestos de trabajo por el escenario refractario provocado por la involución política y social. Hablamos del 10% de los ciudadanos de Cataluña que se encuentran ahora sin empleo, lo que refleja el descomunal perjuicio al bienestar de la gente. Hay un buen puñado de acusaciones y recriminaciones de las que los cesados gobernantes separatistas tendrán que responder, pero que hayan puesto en peligro la prosperidad de los catalanes, su capacidad para salir adelante, es imperdonable. El Gobierno y la nueva administración que resulte del 21-D tendrán que redoblar esfuerzos para reconducir el desastroso legado de un grupo de irresponsables.
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