España

Hechos y no palabras del Gobierno en la lucha contra el desempleo

La Razón
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El presidente del Gobierno tiene razones para sentirse satisfecho por el balance global de su política económica y de las consecuencias sobre el empleo en la legislatura que toca a su fin. Cogió un país casi quebrado, en recesión y a un paso del rescate, y lo deja, tras cuatro años al frente de la gestión pública, a la cabeza en crecimiento de las principales economías de nuestro entorno y en una dinámica claramente positiva en la lucha contra el paro. Pese a los agoreros y los tergiversadores, los resultados son los que son y no los que unos cuantos inquisidores de la labor de Mariano Rajoy querrían que fueran. La Encuesta de Población Activa (EPA) correspondiente al tercer trimestre, que se conoció ayer, resumió en cifras el resultado de un trabajo bien hecho en una de las etapas de mayor adversidad de nuestra reciente historia de la democracia. Como siempre es positivo comparar la herencia recibida con la que se entrega, es de justicia apuntar que, pese a las pésimas circunstancias financieras, especialmente las del primer año de gobierno del PP, España cuenta hoy con 147.200 parados menos que cuando el presidente Rajoy llegó a La Moncloa a finales de 2011. El número de desempleados se redujo en 298.200 personas entre julio y septiembre de este año hasta dejar la cifra total en 4.850.800 parados, lo que ha supuesto bajar de los cinco millones por primera vez en cuatro años, además de representar la mayor caída en un tercer trimestre de toda la serie histórica. El descenso interanual fue de 576.900 personas, lo cual supuso también el mayor retroceso en este periodo de todos los registrados. Si la lucha contra el desempleo fue histórica en esta EPA, la creación de empleo no lo fue menos. La cifra de ocupados aumentó en 182.200 personas respecto al trimestre anterior, hasta alcanzar los 18.048.700 trabajadores, el mayor incremento en este periodo desde 2006, además de superarse la barrera de los 18 millones, lo que no se lograba desde 2011. En este punto, hay que ponderar que se hayan generado más de medio millón de empleos en los últimos doce meses. Lo hasta aquí relatado son hechos y no palabras, cifras de las que se han beneficiado personas, familias, y no buenos deseos e ilusorias promesas. Que ayer los responsables socialistas reivindicaran los resultados de la política económica de la última Administración del PSOE hasta contraponerlos con los del actual Gobierno sólo pudo ser una broma de mal gusto, un insulto a la inteligencia de los españoles o un ejercicio de lealtad ridículo. La izquierda política y sindical tuvo ayer el descaro de reprochar al Gobierno los resultados de la EPA, pasando por alto un balance muy positivo de menos parados, más ocupados, menos paro juvenil y de larga duración o menor número de hogares con todos sus miembros sin trabajo. Obviamente, el problema estructural del desempleo no ha desaparecido tras la última EPA y estamos lejos de una situación que podamos dar por asumible. El propio Gobierno ha eludido la autocomplacencia, que es la mejor actitud para quien pretende resolver problemas tan serios. Pero la sobreactuación de la izquierda sólo retrata su irresponsabilidad. Lo que queda por delante es un desafío de enorme calado en el que el país se juega buena parte de su futuro. Que el país sea capaz de mantener este ritmo de crecimiento y de creación de puestos de trabajo será determinante. Que se perpetúen las recetas que lo están haciendo posible será clave y en ese sentido el partido en el gobierno ha sido el único que ha demostrado su capacidad para aplicarlas.