Elecciones en Italia
Italia ha sido fiel a Italia
Italia ha sido fiel a Italia. Vivir sin gobierno es un arte que se aprende con el tiempo y la experiencia, incluso en un escenario de ingobernabilidad. Italia es el país donde han pasado 41 primeros ministros y 65 gobiernos desde el final del Segunda Guerra Mundial. Y ahí sigue como octava economía mundial: otra cosa es el reparto territorial de esa riqueza. Pero nunca como ahora se ha mirado con lupa una situación con la que la política italiana ha hecho un oficio. Hay dos factores nuevos. El primero es la estabilidad política como un factor clave en la UE, que huye como de la peste de las corrientes eurófobas. El segundo factor es que en la política italiana, aún siendo compleja y compartimentada por partidos capaces de pactar acuerdos in extremis con tal de conservar algún ámbito de poder, han entrado por la puerta grande dos formaciones que han hecho del antieuropeismo su bandera. Y algo más: son fuerzas antiestablishment. Los resultados de las elecciones del pasado domingo no son los mejores para el proyecto común de la UE, el que encabeza Alemania y Francia y del que España es, hoy por hoy, el socio más fiable. El Movimiento 5 Estrellas (M5E) ganó los comicios de manera rotunda –su irrupción fue en las municipales de 2012 de la mano del cómico Beppe Grillo– con el 32,44% de los votos en la Cámara de los diputados –e idéntica proporción en el Senado–, aunque insuficiente para poder formar gobierno. La coalición de derechas compuesta por la Liga –antes como Liga Norte, padana e independentista– y Forza Italia, ha quedado por encima de los «grillini» con el 37,01%, resultado también insuficiente para gobernar y que deja claro el cambio de fondo que se ha producido en la política italiana. Matteo Salvini, líder de un partido abiertamente xenófobo, que ha basado su campaña en expulsar a los emigrantes, ha superado –con el 17,48%–a Berlusconi –con el 15%–, que, pese a su descarado populismo, que tiene mucho que ver con la personalidad de Il Cavaliere, siempre se ha querido mantener dentro de la ortodoxia comunitaria. De hecho, su apuesta ha sido Antonio Tajani, actual presidente del Parlamento Europeo. La derrota de este político en alza no ha podido ser más rotunda y el mensaje más claro. Los partidos que proponen con romper con el sistema, M5E y la Liga, son los vencedores con el 54,50 total de los votos, pero de llegar a un acuerdo, estaríamos ante el peor escenario posible: ambos proponen poner freno al proyecto europeo, incluso la salida de euro, pero también por la difícil concreción de un programa el que mientras Salvini pide menos impuestos, Luigi Di Maio propone todo lo contrario, una renta ciudadana de hasta 780 euros al mes. Populismo descarnado. El hundimiento del Partido Democrático (PD), que pierde cinco puntos, es una carga de profundidad a lo que ha representado el sistema de partidos en Italia desde 1945, a través de la Democracia Cristiana y el Partido Comunista. Su líder Matteo Renzi, con más carisma que un proyecto definido, aunque su egolatría se llevase por delante al gobierno de Enrico Letta, apoyado por el PD. Si la salida a la anterior crisis de gobierno dependió el papel del presidente de la República, Giorgio Napolitano, ahora es el turno de Sergio Mattarella, que cuenta con las atribuciones del artículo 92 de la Constitución que dice que es responsabilidad del inquilino del Quirinale nombrar al presidente del Consejo, que no hace falta ni que tenga acta de diputado. Nadie descarta que Paolo Gentiloni, actual primer ministro, fuese el encargado. Sería, de nuevo, una solución «a la italiana» para una crisis de Estado.
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