Cataluña

La inestabilidad de España pone en alerta a los inversores

La Razón
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Aunque el lenguaje económico suele ser intrincado y, como corresponde a toda ciencia con margen de error, con efectos milagrosos, los informes que manejan los centros de decisión financieros son claros, concisos y muy directos. En el primer informe de 2016 del banco de inversiones norteamericano Goldman Sachs, que se hizo público ayer sobre las perspectivas económicas, advierte de los riesgos de la inestabilidad política en nuestro país. En concreto, se afirma que el «callejón sin salida que surgió de las recientes elecciones generales va a continuar en 2016, con la cuestión de si se permitirá o no celebrar un referéndum sobre la independencia de Cataluña, como una de las cuestiones decisivas en la formación de una nueva coalición de Gobierno». Es decir, aborda las dos cuestiones clave de la política nacional. El informe analiza, además, el conjunto de la situación económica europea y repasa las «vulnerabilidades» del ambiente político en distintos países (habla de Grecia y España, seguidas por Francia, Alemania y Reino Unido) cruzados por la crisis de los refugiados, la desaceleración china y la posible salida de Reino Unidos del euro. La situación política de nuestro país en estos momentos puede clasificarse de inestable, pero por puro cumplimento del proceso postelectoral. Otra cosa es qué pasaría si no se consigue formar una coalición sólida, creíble y que genere confianza en los mercados. El escenario de unas nuevas elecciones despertará resquemor y dudas en los inversores. En este sentido, no hay nada nuevo en la lógica de la economía de libre mercado, salvando el hecho de la interconexión de los países europeos, algo sobre lo que Goldman Sachs ha llamado la atención. Parte de la crisis griega y en cómo pudo arrastrar a otros países de la UE. «Los equilibrios políticos que sostienen la estabilidad y la integridad de la zona euro siguen siendo frágiles», dice el informe. Por lo tanto, no hay que olvidar que las decisiones políticas que no dispongan de una financiación clara son meras promesas, muy loables, pero enormemente perniciosas para la credibilidad de un Gobierno. Poniendo por delante la soberanía nacional frente a los mercados, demostraríamos estar fuera del mundo libre si no atendemos a las leyes económicas básicas, sobre todo en una sociedad desarrollada como la nuestra: el dinero busca la tranquilidad. La economía española ha dado muestras de solvencia y de capacidad de recuperación, a pesar, incluso, de tener graves problemas estructurales como el alto nivel de desempleo. La experiencia más cercana la encontramos en la pasada legislatura, bajo el Gobierno de Mariano Rajoy. Se pudo estabilizar el déficit público (del 9,5% en 2011 al 3,5%, según la UE), la prima de riesgo dejó atrás el «verano negro» (en julio de 2012 alcanzó los 637 puntos, frente a los 120 de ayer) y nuestra economía se consolida como la que más crecerá este año entre las de los países avanzados, por delante de Reino Unido y sólo detrás de EE UU. No hay que olvidar que la variable que más contribuye a la inversión es precisamente el crecimiento económico. Desde este punto de vista, lo que menos necesita en estos momentos nuestro país son unas elecciones anticipadas y, sobre todo, interrumpir las reformas emprendidas y las que quedan por hacer, que fueron claves para que nuestra economía volviera de nuevo a ponerse en marcha. De ahí que en estos momentos España deba forjar un gran acuerdo político entre las fuerzas moderadas y decididamente europeístas.