Papel
La izquierda radical no romperá la unidad de los demócratas
La firma por parte de la mayoría de las fuerzas democráticas españolas del pacto contra el terror yihadista tiene, entre otras muchas, la virtud de desautorizar ante la opinión pública a quienes pretenden deslegitimar la inevitable acción institucional frente al terrorismo. En efecto, el pacto de Estado, del que se han excluido los comunistas y los movimientos de extrema izquierdad populista, significa garantizar la unidad de los representantes de la soberanía nacional frente a la amenaza islamista, preservando del enfrentamiento partidario la política de seguridad y su vinculación con los compromisos internacionales contraídos por España, tanto más importante cuando nos hallamos en los inicios de una campaña electoral que se presenta muy disputada ante los pronósticos que apuntan a una significativa dispersión del voto. El pacto permite, asimismo, abordar con mayor serenidad el periodo de consultas previo a cualquier petición de ayuda y colaboración que provenga de nuestros aliados, presumiblemente de Francia. Porque la realidad es que, pese a las invocaciones de algunos candidatos, como Albert Rivera, que instan al Gobierno a intervenir en Siria sin aguardar a la constitución del próximo Parlamento –lo que, por otra parte, sería perfectamente legítimo, pues entra dentro de las atribuciones de la Comisión Permanente del Congreso–, ni la guerra de Siria comenzó ayer ni el llamado Estado Islámico ha surgido por sorpresa. De hecho, tanto la coalición internacional que encabeza Estados Unidos, en la que se incluye Francia, como Rusia llevan a cabo misiones de bombardeo contras los islamistas del Dáesh en Siria e Irak desde hace más de un año. Mientras la coalición no cambie de estrategia en la zona, con una posible dimensión terrestre de la intervención, la mayor urgencia para nuestro país sigue centrada en la protección del territorio nacional, labor encomendada a los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, que mantienen plena colaboración con nuestros aliados europeos y con Marruecos. Pero, en cualquier caso, no es posible poner en duda el compromiso de España en la lucha contra el terrorismo ni su disposición a apoyar a nuestros aliados, en especial a Francia, como demuestra el hecho de que mantenemos operaciones conjuntas con el Ejército francés en Mali, República Centroafricana y Senegal, además de las misiones multinacionales de Somalia, Líbano, Irak y Afganistán. Son operaciones que, primordialmente, están dedicadas a la protección de la población civil frente a los ataques de grupos terroristas o que pretenden instruir en la defensa a las unidades militares y policiales de países que sufren el embate del islamismo más cruel. Conviene recordar los motivos por los que nuestros soldados, policías y guardias civiles arriesgan la vida fuera de nuestras fronteras ante la inicua manipulación política que, bajo el disfraz del pacifismo, pretende llevar a cabo Podemos con las manifestaciones del «no en nuestro nombre» convocadas para hoy y que sólo buscan cubrir las espaldas de quienes se niegan a figurar en la misma lista que los demócratas. Un intento de resucitar el enfrentamiento partidista del «no a la guerra» por parte de la extrema izquierda española, cuyo «pacifismo» bebe de las mismas fuentes ideológicas de los movimientos comunistas occidentales de la Guerra Fría, cuando el concepto de la paz dependía de con qué lado del muro de Berlín se tenían las simpatías.
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