Bruselas

Necesario, pero insuficiente

El presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, ha dejado el tipo de interés en el 0,50%, el más bajo desde la introducción de la moneda única en Europa. Sigue así la tendencia de la Reserva Federal norteamericana o del Banco Nacional de Japón, aconsejado por el hecho de que la crisis financiera y de crédito sigue alargándose en el tiempo, convirtiendo en estériles los ajustes y sacrificios realizados por las economías del sur; pero, también, porque el contagio de la recesión ha saltado la frontera imaginaria de Estrasburgo, tal y como venían advirtiendo los análisis más realistas. En efecto, los indicadores dan la razón a los gobiernos que, como el español, consideraban imprescindible abordar políticas de contención del gasto público y reducción del déficit, con programas de reformas añadidos, pero sin eliminar los estímulos al desarrollo. Hoy, el exceso de rigorismo defendido por Angela Merkel se traduce en cinco trimestres consecutivos de contracción económica europea, un paro superior al 12% en el conjunto de la Unión y una nueva caída de la actividad industrial, especialmente en Alemania. Mario Draghi, que ya intervino con acierto cuando la crisis de las deudas nacionales amenazaba con cargarse el euro, ha aprovechado el rearme político y, en cierto modo, moral de España, Italia, Irlanda y Portugal –que han cumplido las exigencias de Bruselas a un alto coste– para imponer una resolución frente a la que se había posicionado la canciller alemana hace sólo unos días. El control de la inflación, que se ha situado en el mes de abril en el 1,2% –la más baja desde 2010–, ha restado argumentos a los partidarios de la disciplina fiscal. El presidente del BCE aseguraba ayer que con la reducción de los tipos de interés y el mantenimiento de la política de «barra libre» de la financiación bancaria –que seguirá, por lo menos, hasta julio de 2014– se conseguirá que vuelva a fluir el crédito en la Unión Europea y se dinamice la economía. No parece suficiente, como demostró ayer la reacción de los mercados, con descensos en las bolsas de Madrid, Milán y Lisboa. Abaratar el precio del dinero era necesario, pero le ha faltado decisión al BCE para impulsar otras medidas complementarias, como la de un plan de ayuda a las pymes, sin las que se antoja muy difícil revertir la desconfianza de las entidades financieras y restablecer la fluidez de los canales de financiación. Nos referimos a la propuesta de Mariano Rajoy, apoyada por Italia y Francia, de crear un mecanismo que favorezca la financiación de las pequeñas y medianas empresas. Un mecanismo que, sin llegar a la titulización de los créditos, permitiera a la banca reflejarlos como un activo. Draghi ha afirmado que la propuesta se está estudiando para un futuro cercano. Sin duda, así será. Los hechos son tozudos y siempre acaban por imponerse.