Elecciones en Francia

Piratas contra el ideal de Europa

La Razón
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Si bien es dudoso que el ataque informático masivo sufrido por el equipo de campaña de Emmanuel Macron pueda alterar sensiblemente el resultado de las elecciones presidenciales francesas, en las que el candidato de centroizquierda partía con una ventaja en los sondeos de opinión de más de veinte puntos sobre la ultraderechista Marine Le Pen, no cabe duda de que estamos ante una práctica reiterada en los últimos años, que supone una intromisión en el tradicional juego electoral de las democracias occidentales y que obliga a reflexionar sobre el papel de los medios de comunicación en un escenario que escapa a cualquier análisis racional. Incluso la loable y unánime reacción de la Prensa gala, cumpliendo a rajatabla las normas del código electoral y silenciando, por lo tanto, cualquier contenido de los documentos filtrados, presenta serias dudas sobre su eficacia. Primero, porque esos miles de documentos han sido «colgados» en diversas redes sociales y están al alcance de cualquiera, sin filtro alguno sobre su autenticidad y alcance. Segundo, porque como ya ocurrió en los Estados Unidos con la victoria de Donald Trump, esa posición frontal de los medios de comunicación en favor de un candidato que representa al poder establecido refuerza las acusaciones de parcialidad de quienes se consideran excluidos, cuando no agredidos, por el sistema. Y es que no resulta difícil imaginar cuál hubiera sido el comportamiento de la mayoría de los medios galos si la víctima de las filtraciones hubiera sido el equipo de campaña de Le Pen. Pero la consideración más grave que cabe hacer, la que provoca mayores inquietudes para el futuro, es la que se refiere a la propia «globalización» de los procesos electorales, especialmente aquellos que, como el francés, enfrentan a dos posiciones radicalmente opuestas sobre el modelo de libre mercado y la internacionalización e integración de las economías nacionales. Ya sean piratas rusos los autores del ataque informático –que pertenecerían a los servicios secretos de Moscú, según sospechan las cancillería occidentales–, o sean simples hackers que trabajan por el mero placer de hacer daño, lo cierto es que la rápida y global difusión de los documentos se ha llevado a cabo por medio de multitud de páginas y servidores web de ideología ultraderechista, pero, también, por otras redes de izquierdas, como «wikileaks», que responden a las mismas pulsiones antisistema. Por ello, a nadie se le escapa que la intención última de esta operación de piratería informática, que comenzó hace, al menos, dos semanas, es favorecer los intereses electorales de la candidata que pretende acabar con lo que significa la Unión Europea y su ideal de integración supranacional. Es un empeño que ha conseguido fomentar tan extrañas alianzas, que en las mismas figuran nacionalistas de todo cuño, ultraizquierdistas, fascistas, conservadores británicos, el régimen ruso y, en cierto modo, hasta el presidente norteamericano, Donald Trump, que apoyó con indisimulado entusiasmo el Brexit. Si algún ciudadano europeo no había tomado todavía conciencia del envite que se juega en las elecciones presidenciales francesas, lo ocurrido debería ser suficientemente revelador. Sólo la victoria de Emmanuel Macron garantiza que Francia permanecerá en el proceso de la unidad e integración de Europa como uno de sus principales impulsores. La otra alternativa nos devuelve directamente a la época de las divisiones nacionalistas y las barreras fronterizas. Como estamos viendo, el ideal europeo tiene muchos enemigos, pero es el mejor camino hacia un mundo en paz, próspero y en libertad.