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Un acuerdo por Grecia y Europa
El acuerdo entre los acreedores y Grecia está más cerca que la pasada semana. La última propuesta de Atenas, que llegó al Eurogrupo extraordinario sin tiempo material para analizarla en profundidad, fue suficiente para que las autoridades comunitarias asumieran un discurso esperanzador. La experiencia demuestra que los acuerdos en la UE, especialmente desde el estallido de la crisis, sólo se han alcanzado en los últimos minutos y al borde del abismo. Y la situación griega no puede haber llegado más cerca del precipicio. Atenas debe hacer frente a un vencimiento de 1.500 millones de euros del FMI el próximo día 30 y no tiene dinero para pagar, por lo que necesita que las instituciones (antes denominadas troika) desbloqueen parte de los 7.200 millones correspondientes al remanente del segundo rescate, que además concluye en esa misma fecha. Los mercados, como termómetros fiables de lo que está por llegar, descontaron esas perspectivas favorables a la salida pactada de la crisis griega. En el caso de España, el Ibex se anotó la mayor subida desde septiembre de 2012 (3,87%). La propuesta de Atenas contempla cambios en el IVA de algunos productos clave y el aumento del impuesto en las islas, aunque mantiene los tres tipos –6%, 13% y 23%– en lugar de los dos que exigían los socios europeos, además de ajustes en las pensiones, como la abolición de forma gradual de las jubilaciones anticipadas y la subida de la edad real de jubilación a los 67 años, entre otras, y un impuesto especial a todos los beneficios empresariales que superen el medio millón de euros, y no el millón, como figuraba en el plan inicial. Habrá que ver la letra pequeña y si los números cuadran. El Eurogrupo considera que hay base para lograr el acuerdo y ese escenario es el más conveniente para todos. La posibilidad de una suspensión de pagos de Grecia, de una salida del euro, e incluso de la Unión, nos abocaría a un terreno ignoto, de consecuencias y alcance impredecibles, y en el que el contagio sería inevitable. Por tanto, lo deseable es un pacto riguroso y exigente que comprometa a Atenas en las reformas estructurales que el país necesita desde hace décadas. El desenlace que se atisba tras el plan de Syriza no puede ser la estación de llegada, sino la de partida. Puede que incluso tenga más visos de ser un parche de urgencia de lo que sería deseable, pero un parche a tiempo y en el lugar preciso puede librarnos de un mal mayor y ser clave para encauzar al país por la senda de la estabilidad, la confianza y el crecimiento. Todo esto, claro, está por ver, porque Grecia se ha ganado a pulso la desconfianza general y la experiencia nos demuestra que todo es posible con los gobiernos helenos de por medio. Si el acuerdo sale adelante, habrá que extremar la vigilancia para que Grecia no pierda su última oportunidad de poner en orden su economía y garantizar un futuro viable.
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