Asuntos sociales
Un mundo más justo exige educación e igualdad
Una sociedad coja en igualdad y pobre en educación está muy lejos de representar el ideal al que un Estado civilizado debe aspirar. Los retos para la mujer del siglo XXI son hoy diversos en función de las diferencias que marca el desarrollo de cada país, pero lo cierto es que nos enfrentamos a situaciones que nos deberían escandalizar. Se ha avanzado mucho en los últimos años, especialmente en las potencias económicas, pero hay todavía demasiado terreno por vencer a la ignorancia y al agravio. Las dificultades de la mujer aumentan exponencialmente en los países en desarrollo. Que más de 62 millones de niñas no vayan a la escuela en esas regiones es un escenario dramático que las condena al empobrecimiento y a la marginalidad endémicos. En el encomiable desafío de cambiar las cosas en esas naciones, la iniciativa «Dejemos que las niñas aprendan», que Michelle Obama, primera dama de EEUU, presentó ayer en Madrid, en compañía de la Reina, es un aldabonazo moral y un esfuerzo material que pone el foco en las penurias de esas niñas y adolescentes que se enfrentan cada día a peligros para poder estudiar y que deben vencer la falta de recursos y creencias culturales y prejuicios que las consideran ciudadanos de segunda clase. Corregir la desigualdad, comprometerse con la educación y reforzar el papel de la mujer tienen que ser prioridades si pretendemos que las sociedades futuras, todas, sean más justas y prósperas. Las autoridades tienen una responsabilidad que ejercer para que la mujer pueda ocupar el lugar que le corresponde y no deben eludirla.
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