Y volvieron cantando

Inquietante asignatura pendiente

Sencillamente lo que pretende Sánchez es desquitarse de esos quebraderos de cabeza que durante meses, desde que surge y se empieza a hablar del «caso Begoña», le ha acarreado el «mensajero».

Especialmente indicativa ha sido la insistencia en estos primeros compases de agosto, por parte de «portavoces veraniegos» de algunos partidos socios del Gobierno, –ya saben, los voceros de guardia– a la hora de poner muy en entredicho el posible apoyo cuando arranque el próximo curso político a las medidas anunciadas hace ahora veinte días por Pedro Sánchez a propósito de su particular «regeneración democrática», sobre todo en la parte del león que es la que afecta a los medios de comunicación y a la libertad de expresión. Algunas de estas formaciones, socios parlamentarios del Gobierno preparan la negociación que será retomada en septiembre, pero comienzan a contemplar alguna que otra pega, sobre todo porque eso de incrementar el control sobre la Prensa puede resultar un negocio no demasiado rentable a medio o largo plazo según las circunstancias del tablero político, además de convertirse en un peligroso boomerang. Pero con independencia de la muy inquietante asignatura pendiente que Sánchez se ha auto impuesto a sí mismo y a sus socios para el nuevo curso, la realidad sigue siendo meridianamente machacona; sencillamente lo que pretende es desquitarse de esos quebraderos de cabeza que durante meses, desde que surge y se empieza a hablar del «caso Begoña», le ha acarreado el «mensajero». El pecado siempre es de los demás y en ellos ha de recaer la penitencia. El crecimiento de la ultraderecha, del negacionismo climático o de burdas teorías conspirativas siempre es culpa de otros, como si el Gobierno que se jacta de levantar muros no tuviese ninguna responsabilidad sobre la crispada situación política del país.

La normativa europea, esa a la que Sánchez se ha agarrado como gran excusa regeneradora de periodistas busca precisamente todo lo contrario de lo que se atisba en las medidas que el Gobierno tiene en el horno, Europa lo que pretende es sencillamente proteger a medios y a informadores. Lo nuestro es bastante más gráfico y mundano, sobre todo porque, de llegar a publicarse en el BOE lo que pretende la fabrica de «ideas» de La Moncloa y en este caso muy en consonancia con la formación de Yolanda Díaz, lo que habrá será barra libre para injuriar al Rey, a la bandera o a la Virgen del Rocío en nombre de la libertad de expresión, pero palo y tentetieso a quienes osen informar sobre las investigaciones a la esposa del jefe del Gobierno.

Feo asunto.