Al portador

La ley de Murphy, según Sánchez

«El presidente cree que lo que puede pasar, pasará, y empieza a pensar en un referéndum que pierdan los indepes. Es posible»

Edward A. Murphy (1918-1990), ingeniero aeroespacial estadounidense, enunció la ley que lleva su nombre a mediados de los años cincuenta del siglo pasado. Hay varias versiones, pero la más canónica dice que la formulación original fue: «si algo puede pasar, pasará». Poco después, a partir de ahí el editor de ciencia ficción John Wood Campbell (1920-1971), desarrolló una derivada, la ley de Faragle, que afirma que «algo que pueda ir mal, irá mal en el peor momento». Es un paso más allá –pesimista, por supuesto– que la origina, que sirve para lo bueno y lo malo y, quizá por eso, no logró ser tan popular. Pedro Sánchez, consciente o no, aplica la ley de Murphy con desparpajo y también con un cierto entusiasmo porque cree que le resulta muy útil. Ayer, sin ir más lejos, el PSOE y Bildu protagonizaron en Pamplona otro episodio de que lo que puede pasar, «pasará». Acordaron, porque podía pasar, pactar para que los herederos de ETA ocupen la alcaldía de Pamplona, de la que desalojan a Unión del Pueblo Navarro. Todo antes de que la derecha o el centro derecha tengan algún poder y cuánto más alto sea el muro para impedirlo, mucho mejor. Nada nuevo bajo el sol. El inquilino de la Moncloa ha repetido la jugada las veces que le ha convenido y lo volverá a hacer. Sus límites son los de lo posible, de lo que puede pasar y que, si le conviene, ya hará él que ocurra. Acaba de comenzar una legislatura complicada, pero que puede prolongarse incluso más allá de los tres años. Los tropiezos parlamentarios que quizá sufra el Gobierno –los cinco diputados de Podemos, entre otros, incordiarán–, serán incómodos pero no tumbarán al Ejecutivo. Todos los que han votado a favor de la tramitación de la amnistía es difícil que tengan una situación parlamentara mejor y, claro, no renunciarán a disfrutarla. Ahora, en la Moncloa, desde una cierta euforia, ya empiezan a barajar la hipótesis de qué pasaría si hubiera un referéndum –o similar– y que no sería extraño que lo perdieran los «indepes», porque la Cataluña más silente es probable que votara contra la independencia. No es broma. Ya ha estado sobre la mesa. El presidente cree que es una opción viable y que casi le perpetuaría en el poder, porque lo que puede pasar, pasará, bueno o malo, decía Murphy.