Sin Perdón
El matonismo del yolandismo con los empresarios
«La cara amable del yolandismo se ha visto sustituida por el autoritarismo característico de los líderes comunistas»
No sé si es una consecuencia de su nerviosismo o la eclosión de su auténtico carácter, o las dos cosas a la vez, pero Yolanda Díaz ha optado por el matonismo en sus relaciones con los empresarios. La cara amable del yolandismo se ha visto sustituida por el autoritarismo característico de los líderes comunistas. No hay ningún diálogo posible, porque la patronal se ha convertido en un buzón en el que se depositan las exigencias de la vicepresidenta con el fin de que muestre su adhesión inquebrantable. No son buenos tiempos para los empresarios. No son más que una vaca a la que tienen que ordeñar. No existe ningún atisbo de diálogo, porque Yolanda Díaz actúa como una sindicalista que quiere complacer a sus jefes, los secretarios generales de UGT y Comisiones Obreras, más que hacer políticas europeístas. No olvidemos que este último sindicato la acogía a gritos de «¡Presidenta, Presidenta!».
Los constituyentes quisieron otorgar un especial reconocimiento a los sindicatos y a las asociaciones empresariales, ya que «contribuyen a la defensa y promoción de los intereses económicos y sociales que les son propios. Su creación y el ejercicio de su actividad son libres dentro del respeto a la Constitución y a la ley. Su estructura interna y funcionamiento deberán ser democráticos» (artículo 7). Por tanto, la vicepresidenta debería tener una mayor consideración, como sucede en todos los países europeos en los que gobierna la izquierda, hacia la CEOE. Por otra parte, el problema de los sindicatos es que se han convertido en una correa de transmisión del PSOE y Sumar mientras que con los gobiernos del PP colaboran lo mínimo posible. No se puede decir lo mismo de la CEOE, que ha mantenido buenas relaciones tanto con los gobiernos socialistas como con los populares, aunque la inclusión del comunismo en la ecuación hace que todo sea mucho más complicado. Otro aspecto interesante es que los liberados sindicales de las empresas y las administraciones públicas dedican la mayor parte del tiempo al sindicato y a sus asuntos. El ser un liberado es un gran chollo. Díaz se equivoca marginando a los empresarios y actuando con un inaceptable autoritarismo.
Francisco Marhuendaes catedrático de Derecho Público e Historia de las Instituciones (UNIE)
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