Al portador
Las memorias de Alfonsín en la puerta de Tannhäuser
Jaime Alfonsín es el ejemplo perfecto de la discreción alabada por Mateo Alemán
Mateo Alemán (1547-1614) escribe en «Guzmán de Alfarache»: «Nunca fui chismoso, ni descubrí secreto; el que sirve se debe guardar de estas dos cosas o se perderá presto, siendo malquisto y odiado de todos». Jaime Alfonsín deja la jefatura de la Casa de Su Majestad el Rey después de casi treinta años al lado de Felipe VI, primero como Príncipe de Asturias y desde 2014 como Rey. Durante todo este tiempo ha sido el paradigma de la discreción, la lealtad y la prudencia. Abogado del Estado, renunció a una brillante y lucrativa carrera profesional ya iniciada en el sector privado para dedicar casi tres decenios al servicio público, sin grandes recompensas y con una dedicación exigente y a veces extrema. No hay muchos ejemplos similares en la España de hoy y para encontrarlos hay que buscar con lupa. Alfonsín ha estado presente en primera fila en muchos de los acontecimientos más importantes de la historia española y también iberoamericana de los últimos seis lustros, de los asuntos públicos y también de otros que nunca han salido a la luz.
El hasta ahora jefe de la Casa del Rey no escribirá sus memorias y dejará un hueco. No es el momento de hacerlo y menos de publicarlas, pero en el futuro serían un material muy valioso para entender un periodo de la historia. España no es un país de memorias de figuras importantes y menos de las que han estado alrededor de los reyes; quizá cambie en el futuro. La hipótesis de que Sabino Fernández Campo (1918-2009), jefe de la Casa Real con don Juan Carlos, hubiese dejado algo escrito siempre ha sido desmentida por su viuda, María Teresa Álvarez. No obstante, si esos textos existieran nunca aparecerían en vida del rey emérito, como tampoco lo harán hasta entonces escritos –que sí los hay o están en elaboración– de personajes cercanos al padre del rey actual. Alfonsín, para desterrar tentaciones, decidió no tomar notas, sobre todo de los hechos de los que fue testigo al asistir, junto a don Felipe, a todas las tomas de posesión de dignatarios iberoamericanos desde 1995. Por eso, quizá sea uno de los mayores expertos en la zona y podría decir, como el replicante Roy Batty, de Blade Runner: «yo... he visto cosas que no creeríais». Algunas incluso más sorprendentes que «Rayos-C brillar en la oscuridad, cerca de la puerta de Tannhäuser». No escribirá nada y «todos esos momentos se perderán en el tiempo, como lágrimas en la lluvia», como lloraba Roy Batty, porque Alfonsín es el ejemplo perfecto de la discreción alabada por Mateo Alemán.
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