Sin Perdón

«¡A la mierda!»

«El problema es el nerviosismo que tiene la izquierda política y mediática tras confirmarse que Begoña Gómez es investigada»

Yolanda Díaz tiene un lenguaje exquisito. Es un refinamiento que la hace merecedora de ingresar en la Real Academia Española de la Lengua, aunque en una nueva categoría de académicos lenguaraces. Lo puso de manifiesto ayer cuando un micro abierto le pilló riéndose y diciéndole a Sánchez «¡A la mierda!», tras responder a Feijóo. Es una muestra del nivel de degradación que la izquierda populista somete al Congreso y a la política. Uno de sus socios de Más Madrid hacía el otro día con los dedos el gesto de la pistola en la Asamblea madrileña siguiendo la estela de Mónica García, la única mujer en la Historia que es ministra, médico y madre. Esa vulgaridad y violencia verbal no proviene de haber nacido en hogares desestructurados o marginales, ya que forman parte de familias acomodadas y realizaron, con mayor o menos éxito, carreras universitarias. El problema es el nerviosismo que tiene la izquierda política y mediática tras confirmarse que Begoña Gómez es investigada por unos presuntos delitos de tráfico de influencias y corrupción en los negocios. La Audiencia de Madrid ha avalado que el juez siga una instrucción que permitirá saber si se ha cometido algún un delito o todo queda en mero reproche ético.

No entiendo el nerviosismo del sanchismo o que se intente justificar lo que sucede con que es la ultraderecha mientras se ataca a jueces y medios de comunicación. En primer lugar, hay que reprochar a Sánchez lo mal que ha gestionado este tema. Por otra parte, sus asesores jurídicos y sus estrategas de comunicación, encabezados por Contreras, son una colección de aficionados y chapuceros. No sé para qué le sirve estar en La Moncloa si no es capaz de rodearse de personas capaces de ayudarle e impedir que no meta la pata. Su intervención este miércoles en el Congreso fue esperpéntica y contraproducente. El colofón fue escuchar a la colección de hooligans que le rodean, como Óscar Puente o Patxi López, que son papagayos que repiten las consignas. En el caso de Díaz solo cabe sentir conmiseración ante una simpleza argumental que se reduce a un exabrupto. No creo que sacando a pasear los inventos de la máquina del fango y la internacional ultraderechista, así como los ataques a jueces y periodistas consiga remontar una campaña reventada por la investigación judicial a su esposa.

Francisco Marhuendaes catedrático de Derecho Público e Historia de las Instituciones (UNIE).