«De Bellum luce»

Monasterio, su voto falso, y la patada del «politburó» de Vox

El problema de Vox es que no eran lo que decían y tampoco han sido capaces de conectar programáticamente con el electorado de derechas

Los grandes principios y las lecciones de ética de Vox se han convertido en ejemplos magistrales de la política del exterminio del capital humano y del cesarismo sometido a intereses privados, en los que hay más ansia económica que ideología. El último capítulo esperpéntico ha sido el voto irregular que la portavoz de Vox, Rocío Monasterio, emitió desde el escaño de un diputado ausente el pasado 1 de febrero y que va camino de costarle una sanción por parte de la Asamblea de Madrid.

La trampa es fea, y dice poco de la ejemplaridad de los principios que pregona Vox, pero no puedo evitar la tentación de caer en cierta solidaridad con Monasterio. Dado lo que dicen que le queda en el «convento», porque ella también parece condenada a ser parte de la política de exterminio de capital humano, lo mejor que podría hacer es ser coherente con lo que pregona el ideario de su partido y empezar por limpiar el corral desde dentro. Ella puede haberse beneficiado, pero conoce mejor que nadie quién manda en la sombra, a qué intereses responde y por qué han caído los que la han precedido en la salida del «convento», empezando por su marido, Iván Espinosa de los Monteros.

El problema de Vox es que no eran lo que decían y tampoco han sido capaces de conectar programáticamente con el electorado de derechas, más allá de un nicho menguante en el que cada vez sorprenden más las payasadas de algunos de sus líderes. En relación con esto, harían bien en el nuevo «politburó» si le dicen al aprendiz García-Gallardo, vicepresidente de Castilla y León, que contenga sus ansias por ser la salsa de todos los platos porque el trasero le huele ya a chamusquina y poco le puede sumar que hasta los de los tractores le echen a palos cuando les busca para hacerse la foto con ellos.

Por cierto, en Vox andan muy activos en las redes sociales, en las mismas donde quemarán este artículo a lo Fahrenheit, para convertirse en los gurús de la protesta agrícola, y claro que hay seguidores suyos entre los manifestantes, pero no tienen el control de la protesta y ojo con que no venga el lobo de verdad y les coma la merienda. Y ese lobo no es otro que SOS Rural y todos los rebotados de Abascal que ansían llegar a una alianza con asociaciones agrarias y presentarse sin tutelas de ningún partido del sistema a las elecciones europeas.