Quisicosas

Un monstruo en el rellano

Estamos en manos del cinismo extremo, que es la forma más depurada del mal y a la mayoría no le importa

No hay nada malo en reconocerlo, él vuelve cuando nosotros vamos, es más listo. Naturalmente, cuenta con la ventaja de que el bien o la verdad le son indiferentes, no permite que los medios estorben los fines. Pedro Sánchez ha encargado a Jaume Asens de Sumar que negocie con Puigdemont un acuerdo. Es decir, pacta con un traidor a España para garantizarse el gobierno de España. De la misma manera que piensa que un hombre puede ser una mujer, considera que un país puede convertirse en una federación de naciones. Es el relativismo.

Las naciones se parecen a comunidades de vecinos. La única vez que pasé por el calvario de presidir una, asistí a una de las más perversas ceremonias. Un vecino sin piernas solicitaba una ampliación del ascensor para poder usar una silla motorizada, que no cabía en el actual. Su situación era extrema, nunca olvidaré su imagen cuando hubo un incendio en la casa –quince pisos, cinco pisos por planta– y los bomberos nos desalojaron por la escalera. El señor tuvo que bajar once o doce pisos impulsándose con los brazos y balanceando el tronco, peldaño tras peldaño. Pues bien, cuando se votó la ampliación del elevador resultó abrumador el número de votos en contra. La razón esgrimida fue que la obra exigía modificar el revestimiento de mármol del portal y las nuevas piezas diferirían de los colores originales. Aún me sobrecoge. Era un barrio obrero, hubiese esperado cierta solidaridad. Cuento la anécdota para hacer comprender cuánto nos cuesta ponernos en el lugar de otro. Cada español tiene en mente sus mármoles, es imposible alicatar al gusto de todos. Pero ha llegado el presidente capaz de aderezar cada planta al gusto propio, aunque el conjunto sea grosero, incluso inhabitable.

En Europa se sorprenden de un país que libera a sus agresores sexuales, difumina la identidad de la mujer, blanquea sus terroristas y plantea su despedazamiento. Es como si decenas de discursos enloquecidos se superpusiesen y sucediesen a toda velocidad. El único denominador común es que el presidente de la comunidad se perpetúa.

Estamos en manos del cinismo extremo, que es la forma más depurada del mal y a la mayoría no le importa, se ha visto en las elecciones. Con tal de pintar el rellano del color que le place, la vecindad vota Sánchez. Es la posverdad. Pero si hay algo taxativo es la realidad. El fin de la solidaridad entre todos o la negación de la identidad de una persona tendrá consecuencias dolorosas. Aunque nos resulte indiferente que la silla del inválido quepa en el ascensor. Antes o después, cada uno será el inválido.