Tribuna
La primera Modernidad es española
Francisco de Vitoria y Francisco Suárez, Escuela de Salamanca, se convierten en los grandes referentes intelectuales pues modernizan la filosofía griega y el derecho romano
El escritor e historiador Alberto Gil Ibáñez presentó recientemente un libro titulado El Sacro Imperio Romano Hispánico. Destaca, no sin sorpresa para algunos, que el Sacro Imperio Romano Germánico no fue Sacro, pues fue sobre todo protestante, casi nunca fue Imperio, pues mandaban los príncipes no el emperador, ni Romano, pues no hablaban latín y escasamente germánico, pues Alemania tardaría siglos en nacer, y ni siquiera Prusia formó parte hasta el final. Sin embargo, los tres siglos de Imperio Hispánico languidecen sin una marca que refleje que en realidad fue Sacro, pues defendió a la Iglesia católica, a menudo por encima de sus propios intereses, Imperio, pues los reyes hispanos ejercieron «materialmente» un poder solo comparable a los emperadores romanos, fue Romano pues extendió la lengua, cultura y civilización romanas e Hispánico, pues representa la continuidad de la idea y lengua de una Hispania unida, la de Recesvinto, siglo VII, la de Alfonso X, siglo XIII y la de Isabel y Fernando siglo XVI.
Sabido es que en 1453 el Imperio romano acaba con la caída de Bizancio en manos de los turcos. En esos momentos Europa estaba en decadencia, presta a caer en las manos del Imperio otomano y con las rutas comerciales dominadas por chinos y árabes, razón principal para que Castilla decida navegar hacia occidente hacia las indias para evitar los mares portugueses alrededor de África y las rutas terrestres. Pocos años después, en 1492, la Europa cristiana se reinventa gracias a una hazaña que no tiene parangón en la Historia. Como señala el historiador Fernández-Armesto, es ahí cuando nace realmente la Modernidad, hecho poco reconocido al haber sido protagonizado por España o Charles F. Lummis, historiador y escritor norteamericano que escribió «…la valentía y la exploración de las Américas por parte de los españoles fue la más grande, más larga y más maravillosa serie de proezas que registra la Historia…».
Poco después se alumbra el primero de los dos siglos de oro o de las luces hispanas, el XVI, en torno a la Escuela de Salamanca, donde se sientan las bases fundacionales de una organización político y comercial innovadora que dará lugar a la primera unión económica y monetaria con el real de a ocho español como primera moneda única y global. Los chinos solo aceptaban el real de a ocho como moneda de cambio.
El Imperio español, bien gobernado y administrado por los virreinatos durante 300 años de éxito, acaba en las «guerras de la Independencia» donde unos supuestos libertadores criollos, que querían el poder, la riqueza y los recursos, con gran ingenuidad hicieron el trabajo de los adversarios políticos y culturales de España, dejando a la América Hispana dividida, fracturada, enfrentada y endeudada. Los nativos pagaron con sus vidas y haciendas haber sido leales al Rey de España y luchar junto con las fuerzas realistas, en algunos casos con casi el exterminio por parte de los libertadores. Finalmente, el conocido como Imperio Chico, Filipinas, Cuba y Puerto Rico, que se habían mantenido leales hasta finales de siglo XIX, cayeron en manos del Imperio emergente, los Estados Unidos de América.
En consecuencia, la primera Modernidad es hispana. A menudo se dice también que el mundo hispano no tuvo su revolución. Pero la primera gran Revolución tuvo lugar entre finales del siglo XV y el siglo XVI, cuando los dos hemisferios, que antes no se conocían, se juntan y se conectan dando pie a la primera globalización uniendo tres continentes, y tres océanos. La revolución hispana fue tecnológica (las naos, cartografía y navegación en alta mar), comercial (con la primera gran ruta de la seda que cruzaba dos océanos y un continente) y humanista (el ser humano era la base fundamental). Francisco de Vitoria y Francisco Suárez, Escuela de Salamanca, se convierten en los grandes referentes intelectuales pues modernizan la filosofía griega y el derecho romano sentando las bases filosóficas y políticas de la República global.
Sin embargo, en los últimos estudios del Pew Research Center se muestra que los españoles somos el pueblo con la autoestima colectiva más baja de Europa. Este es nuestro verdadero hecho diferencial. A diferencia de otros países, en España no ha habido intención de implantar un propio modelo cultural sino que se ha preferido otros relatos foráneos contaminados, asumiendo como natural y veraz lo que viene de fuera, en una suerte de vasallaje cognitivo. Tanto es así, que la derecha política suele ser anglófila mientras la izquierda se hace entusiasta francófila. ¿Dónde se encuentra entonces la hispanófila?
Actualmente podemos estar satisfechos porque hace apenas una década ningún español o hispanoamericano escribía sobre el legado español de los siglos XVI, XVII y XVIII en el mundo y hoy son cada vez más los expertos, académicos y asociaciones dedicadas a revitalizarlo con un relato justo y documentado.
Luis Feliu Bernárdez. General de brigada retirado. Academia de las Ciencias y las Artes Militares.
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