Editorial

Promesas vacías por falta de credibilidad

El líder socialista solo puede engañar a quien quiere ser engañado, por lo que, más allá de su condición de animal político resistente, audaz e inteligente, su tiempo debería tocar a su fin

Pedro Sánchez se sabe por detrás en la carrera electoral. Conoce a la perfección su estado y qué opciones tiene por delante para reducir la distancia y dar la vuelta a la situación. Obviamente, el primero que no da valor a los embelecos de José Félix Tezanos es el presidente, porque él lo colocó en el cargo para una misión concreta que nunca fue la de preservar la independencia y la profesionalidad científica del CIS. Así que Sánchez se ha puesto manos a la obra sabedor de que dispone de instrumentos y equipos poderosos y expertos con que persuadir al número necesario de votantes que garanticen sobre todas las cosas que pueda seguir en La Moncloa, que es el objetivo más allá de un resultado potencialmente frustrante en los cercanos comicios autonómicos y locales. Aunque la cita de mayo resultara incluso una debacle, habría meses por delante suficientes para alcanzar la meta. Adelantamos hoy que la cifra mágica que manejan en Presidencia es la de conquistar un millón de votos más. Es el volumen de sufragios que faltan en las cuentas oficiales para cerrar una mayoría suficiente que conceda otra legislatura. Pedro Sánchez ha activado el modo electoral en grado superlativo este fin de semana, con la mascletá municipal de Valencia, oscurecida por el plante de los barones territoriales, y un estallido de promesas vinculadas a la vivienda en línea con la ley acordada con los proetarras de Bildu y con ERC. Ha anunciado 50.000 casas de la Sareb para alquiler a precio asequible y se ha comprometido a elevar del 3 al 20% la oferta pública nada menos. Pero no se ha quedado ahí. Consciente de la herida abierta y sangrante por la ley del sólo sí es sí, Sánchez ha pedido perdón a las víctimas, además de otros gestos como el de negociar su reforma con el PP y no con Unidas Podemos. Por supuesto, nada de todo este carrusel de movimientos es casual ni entendemos que sea el resultado de un ataque de responsabilidad y honradez del Gobierno. El problema del presidente es el de tantos cargos públicos con un pasado más o menos reciente de exposición ante la ciudadanía. Su singladura en estos años en el poder ha definido un modelo de gestión en lo político y en lo personal en la antítesis del rigor y la integridad precisas. Sánchez no es creíble, porque ha convertido en norma lo de prometer una cosa y realizar la contraria. Detallar ahora la relación de los desafueros que han socavado su Presidencia está de más porque son de sobra conocidos. El líder socialista solo puede engañar a quien quiere ser engañado, por lo que, más allá de su condición de animal político resistente, audaz e inteligente, su tiempo debería tocar a su fin. En cuanto a sus soflamas de ayer, ha contado con años para abordar el asunto de la vivienda, que se agravará con la ley bilduetarra que es un ataque a la propiedad y a la libertad. Sobre la disculpa por el engendro que ha beneficiado a los violadores, hacerlo seis meses después, con mil depredadores agraciados, sin dimisiones y a semanas de las elecciones, es un gesto huero.