Sin Perdón

Los pumpidazos de Conde-Pumpido

«Nunca imaginé que un magistrado del Tribunal Supremo tendría un comportamiento tan reprobable ética y jurídicamente»

No es fácil encontrar una definición que explique jurídicamente los lamentables actos políticos que perpetra Conde-Pumpido para poner el Tribunal Constitucional al servicio del sanchismo. Hasta este momento conocíamos su fervor por el uso alternativo del Derecho y su obsesión contra Manuel Marchena, que es uno de los mejores penalistas que tiene nuestro país. La razón es tan humana como sencilla y es que le eclipsó en la sala de lo Penal y no lo olvida. Esto le ha conducido a convertir el Constitucional en un tribunal de casación de las sentencias del Supremo. Es un comportamiento arbitrario por el que cambia la jurisprudencia que no le gusta para complacer a su ego y vanidad. Nunca imaginé que un magistrado del Tribunal Supremo tendría un comportamiento tan reprobable ética y jurídicamente. La lista de pumpidazos es enorme, aunque ha demostrado que tiene la capacidad de superarse. Es cierto que tiene la suerte de contar en este empeño de atropellar el ordenamiento constitucional con un grupo de hooligans que maneja como auténticas marionetas y que le siguen con una ciega lealtad. Por supuesto, saben que no hacen una correcta interpretación de la Constitución, pero han optado por convertir este órgano constitucional en un apéndice del Consejo de Ministros.

La Moncloa confía en Conde-Pumpido. Desde el primer momento, los ministros y altos cargos han asegurado que su sentencia será favorable a la amnistía, aunque es cierto que si mañana le interesara a Sánchez haría un texto en sentido contrario. A nadie puede extrañar que haya conseguido apartar a José María Macías del debate sobre la amnistía, para así disponer de una mayoría que le permita perpetrar la tropelía de declarar constitucional algo que no lo es. Kelsen nunca imaginó que un tribunal constitucional podía alcanzar este nivel de degradación por culpa del sometimiento de Conde-Pumpido al Poder Ejecutivo. No se puede ofender ante esta afirmación, ya que se sabe desde el primer momento que la sentencia sería favorable. Es cierto que impondrá su criterio, pero solo conseguirá el rechazo de los juristas prestigiosos. No podrá superar el desprestigio de mancillar su toga, apartar a un magistrado que no le gusta, vengarse de sus rivales y atropellar el ordenamiento constitucional para legitimar algo tan ilegítimo como es una ley indigna con un origen fraudulento y basada en mentiras.

Francisco Marhuendaes catedrático de Derecho Público e Historia de las Instituciones (UNIE)