Sin Perdón

El referéndum que nunca se celebrará

«La negociación se reduce a la amnistía, con el fin de dar una salida personal a los condenados y los fugados»

Una buena amiga y gran escritora me dijo en cierta ocasión que «las mentiras tienen las patitas muy cortas». Es verdad. El referéndum independentista, se llame como se llame, nunca se celebrará. Es una propuesta delirante que se hace para complacer a los sectores más exaltados de un soberanismo en declive. Al margen de su manifiesta inconstitucionalidad, no creo que ni siquiera Javier Pérez Royo, el jurista de cabecera del sanchismo, sea capaz de avalarlo, es una línea roja que Sánchez ni puede ni debe atravesar. La constatación de esta realidad objetiva la tuvimos el sábado con la conferencia que hicieron Artur Mas, expresidente de la Generalitat, y Marta Rovira, la poderosa secretaria general de ERC. En el Centro Catalán de Lausana (Suiza) coincidieron en que no es realista. No tiene sentido que sigan engañando a sus seguidores con algo que saben que no se producirá nunca. Ni siquiera es posible plantearlo a medio o largo plazo. Mas se preocupó de añadir que «esto no es ser un traidor» y Rovira lo planteó como «una carrera de fondo». En fin, las cosas son lo que parecen y no hay que darle más vueltas.

La negociación se reduce a la amnistía, con el fin de dar una salida personal a los condenados y los fugados, así como lo que denominan eufemísticamente «las reivindicaciones históricas de Cataluña». Me siento joven, porque hemos regresado al pujolismo de toda la vida. En primer lugar, el concierto económico que el nacionalismo catalán no quiso durante la Transición, porque es más rentable el chantaje permanente al Estado y no asumir la impopularidad de cobrar los impuestos que pagamos los catalanes. A esto añaden el traspaso de infraestructuras, incluyendo muchísimos millones, y el blindar el catalán. Esto último se traduce en que puedan hacer lo que les venga en gana. Nada que nos tenga que sorprender. Como nunca he sido nacionalista y menos independentista no sé si es una traición, pero como mínimo es una tomadura de pelo a los catalanes que se creyeron de buena fe las soflamas patrióticas de los dirigentes de Junts y ERC. Bienvenido sea el regreso del pujolismo.

Francisco Marhuendaes catedrático de Derecho Público e Historia de las Instituciones (UNIE)