Al portador

Sánchez y Montero y la vieja receta de desplumar al ganso

Una y otra vez, todos los años desde que llegaron al poder, han aplicado subidas de impuestos por la puerta de atrás, de forma que la mayoría de los ciudadanos no se han enterado y han gritado poco

Jean Baptiste Colbert (1619-1683), ministro de Hacienda de Luis XIV (1638-1715), saneó las cuentas francesas y liquidó la deuda pública con el recurso de subir los impuestos, eso sí, con una cierta mano izquierda: «El arte de la imposición –decía– consiste en desplumar un ganso para obtener el mayor número de plumas posibles con el menor griterío posible». Pedro Sánchez y su ministra de Hacienda desde el principio, María Jesús Montero, recuerden o no haber oído hablar de él –y no está claro–, intentan aplicar, de una manera casi fanática, la teoría de Colbert. Una y otra vez, todos los años desde que llegaron al poder, han aplicado subidas de impuestos por la puerta de atrás, de forma que la mayoría de los ciudadanos no se han enterado y han gritado poco. La fórmula, tan sencilla como antigua, ha consistido en no deflactar la tarifa –actualizarla– con la inflación, algo que también hizo su predecesor, Cristóbal Montoro, pero en épocas de precios más contenidos. Todo es tan simple como a veces imperceptible. Salarios y pensiones suben y como las tarifas fiscales no se ajustan, pagan más impuestos. Además, están las subidas explícitas y los nuevos impuestos. En total, como explicaba Cristina Ruiz en estas páginas, Sánchez y Montero han subido los impuestos 81 veces.

El Gobierno, ahora, acaba de enviar a Bruselas el llamado «Plan Fiscal Estructural a Medio Plazo», sin que haya Presupuestos de por medio, que incluye una reforma fiscal que eleve los ingresos tributarios 4.500 millones desde 2025 y limita el 3% del PIB el incremento anual del gasto, salvo –claro– que se suban todavía más los impuestos. Prevé que en 2031 el déficit sea solo del 0,8%, que la deuda baje al 90,6% del PIB y que en ¡2041!, «largo me lo fiais», que diría el Tenorio, esté en el 76,8%. Claro, que todos esos datos son en porcentaje, porque en términos nominales, los 1,6 billones –con «B» mayúscula de barbaridad– de deuda actuales no parece que vayan a reducirse. El truco es simple, el porcentaje de la deuda es menor si el PIB es mayor, no porque se recorte. En otras palabras, Sánchez –y también sus socios– descartan la posibilidad de controlar el gasto que, a finales de 2024, alcanzará los 700.000 millones para el conjunto de las Administraciones Públicas y que desde 2018 ha crecido a una media de 33.000 millones al año. Ahora, gracias a un PIB mayor, ese 3% anual de gasto, son un mínimo de 45.000 millones. Y para conseguirlos, claro, no queda más remedio que desplumar a los ciudadanos con el menor estruendo posible, como aconsejaba Colbert. Nada nuevo.