El bisturí

Sánchez, el rey de las viviendas invisibles

¿Por qué deberíamos creer al PSOE ahora cuando en el pasado prometió lo mismo y no hizo nada?

En un intento desesperado por revertir los negros augurios que le dibujan las encuestas, el PSOE trata ahora de aparecer ante los electores como el principal impulsor de tres valores por los que no ha movido un dedo en toda la legislatura. Se trata del derecho a la vivienda, la protección de los servicios sociales y la apuesta por un ecologismo radical dirigido supuestamente a frenar los efectos del cambio climático. A los tres aluden de forma constante Pedro Sánchez y sus huestes en unos mítines electorales tan repetitivos como elementales. La apelación a la vivienda no es algo nuevo ni para la izquierda ni para el hoy presidente del Gobierno. En la Venezuela chavista eran frecuentes las arengas en las que el dictador prometía miles de viviendas sociales a precios asequibles a una población atrapada en la miseria, una fórmula que Sánchez ha usado hasta la saciedad durante su periplo político. En 2015 ya prometió, por ejemplo, un «parque de viviendas sociales» para cuando llegara al Gobierno, y en septiembre de 2018 anunció el desarrollo de «una ley de vivienda que va a responder a la función social». En noviembre de 2019 habló también de impulsar «un parque de vivienda pública en alquiler y en propiedad para que nuestros jóvenes se emancipen con 20 años y no con 30 años». En febrero de 2021, Sánchez anunció su intención de «movilizar hasta 10.000 nuevas viviendas de la Sareb», y el 24 de noviembre de ese mismo año afirmó que «en el plan de alquiler que tenemos planteado de 100.000 viviendas a construir durante los próximos años, 30.000 viviendas serán para los jóvenes». La promesa formulada ahora en varias fases es, pues, más de lo mismo, y si alguien piensa que esta vez sí se llevará a término, conviene acudir para despejar dudas al Programa de Estabilidad 2023-2026 que el Gobierno ha enviado a la Comisión Europea. Este documento es una suerte de hoja de ruta presupuestaria para los años venideros y en él no figura medida alguna para promover vivienda a precio asequible. ¿Por qué deberíamos creer al PSOE ahora cuando en el pasado prometió lo mismo y no hizo nada? ¿Por qué no pone por escrito esta promesa en el informe que le ha remitido a la UE? ¿Es creíble en esta materia un partido incapaz de proporcionar casas a los afectados por el volcán de La Palma?

Otra de las soflamas con las que los socialistas tratan de embaucar a la opinión pública es la de la férrea defensa de la educación y la sanidad públicas. En este contexto hay que enmarcar la inyección de fondos para una Formación Profesional que sigue siendo la hermanita pobre del sistema educativo y las arengas en las que se ensalza la resiliencia del Sistema Nacional de Salud. No escucharán de los socialistas palabra alguna sobre las listas de espera récord registradas durante su mandato, ni sobre los 629 días que tardan en llegar a los enfermos los nuevos medicamentos, ni sobre la deuda que las administraciones mantienen con los fabricantes de tecnología, y que ya supera los 700 millones de euros. Las tres señales del desastre sanitario. Sí se le escucha en cambio hablar de Doñana. Llamativa su supuesta preocupación por este parque natural cuando no ha ejecutado obra alguna para que le llegue agua. Eso sí, de las obras de ampliación de El Prat que acabarían con los humedales de la desembocadura del Llobregat, ni palabra.