Editorial

Sánchez también se blinda en el PSOE

Blindado en el Gobierno, las instituciones, el PSOE y de facto en el Parlamento, se siente lo suficientemente inseguro y vulnerable para proseguir con su acometida contra el estado de derecho

Pedro Sánchez es muy consciente de que el porvenir puede complicarse. Nada está escrito, desde luego, pero las investigaciones progresan de la mano de unos jueces profesionales y la defensa no pasa del discurso del bulo y el fango. Todo lo que conocemos hoy de los casos de corrupción que afectan al sanchismo sencillamente no existe, es un montaje de la ultraderecha, que ha contado para la ocasión con magistrados dudosos y agentes de la Guardia Civil poco rigurosos y exhaustivos. Esa es la narrativa que el presidente ha desplegado con los ministros y los medios adeptos como orfeón en bucle. Como recurso y planteamiento jurídicos para rebatir acusaciones en la etapa de instrucción, son de una pobreza insólita. Puede que consciente de ello, Sánchez, que ha hecho de su trayectoria política un manual de resistencia contra la adversidad, ha acelerado los trabajos para blindar su liderazgo y su posición en todos los ámbitos posibles y al alcance de la discrecionalidad gubernamental, que son casi todos. La iniciativa para cancelar la acción popular con efecto retroactivo ha sido paradigmática y la prueba de hasta dónde está dispuesto a llegar. Veremos su recorrido, porque afortunadamente aún funciona algún contrapeso en nuestra maltrecha democracia, pero de lo que no cabe duda es de que Sánchez no vacilará, como no lo ha hecho en estos seis años de colonización de los principales resortes e instituciones del Estado. Solo la Justicia y los medios independientes han podido librarse de momento, aunque sabemos que no parará. Ahora, le ha tocado el turno al partido, que, pese a todo, mantenía aún demasiadas voces díscolas para como él entiende su hiperliderazgo en el PSOE. La renovación consumada ha consistido en un asalto ministerial a las direcciones federales con alguna excepción como Castilla La Mancha con la que ha decidido «conllevarse». La lealtad de los que más le deben al presidente ha sido pues trasladada a la organización y no habrá más verso libre que el tolerado. La duplicidad de cargos no es una práctica deseable en una democracia sana, pero Moncloa siente el aliento del cerco judicial y no es momento para aparentar lo que su desempeño desmiente. El desembarco de María Jesús Montero en la Secretaría General del PSOE de Andalucía, que piense compatibilizar la oposición a Juanma Moreno con el despacho del Ministerio de Hacienda y todo su arsenal financiero y fiscal, habla de lo que está por llegar que no será precisamente juego limpio. La compra de la Alcaldía de Jaén fue prólogo y mensaje. Sánchez es ya el presidente con más poder de la democracia, pero con la menor legitimidad y el crédito perdido. La corrupción lo rodea como a ningún otro mandatario occidental en un espiral decadente bajo la pulsión autocrática. Blindado en el Gobierno, las instituciones, el PSOE y de facto en el Parlamento, se siente lo suficientemente inseguro y vulnerable para proseguir con su acometida contra el estado de derecho entendido como aquel en el que todos somos iguales ante la Ley.