«De Bellum luce»

Sánchez y la violencia «intrafamiliar»

Pasar de la enmienda a la coalición valenciana, a sostener que el PP es cómplice de la violencia machista, es un insulto a la inteligencia de las mujeres y de los hombres

Sí HAY violencia machista. A partir de esta confirmación de una obviedad que sólo parece discutible en el universo demagógico de la política, la pregunta es sencilla: ¿qué más tiene que pasar para que esta izquierda asuma que no está legitimada para dar lecciones ni de igualdad ni de violencia machista? No deja de sorprender la falta de vergüenza de sus líderes y de sus voceros cuando pontifican, autoinvestidos de una legitimidad absoluta, sobre quién pasa y quién no pasa su filtro de buenos y malos en la defensa de la mujer. Con un aderezo paternalista que agota.

No más lecciones de Irene Montero y de Yolanda Díaz, ni tampoco de un presidente que durante su mandato ha permitido, con su bendición en el Consejo de Ministros, que salgan a la calle quienes han agredido y violado a las mujeres que parece que solo ellos protegen. Tampoco más lecciones de quienes van por la vida con el carnet de partido o del sindicato en la mano y tratan a quien no lo tiene, o no lo exhibe, con un incontrolable deje de superioridad. La política de igualdad de este Gobierno asquea y las mentiras que cuentan para crear una realidad falsa, también.

Y dicho esto, España necesita gobiernos estables, en solitario, y las coaliciones del PP y Vox pueden acabar tan mal como las del PSOE y Podemos. Los riesgos de acercarse a los extremos son parecidos, y un Gobierno de España con una coalición PP-Vox sería una condena para los dos socios. El ejemplo lo tienen ahora mismo en Moncloa. La colaboración es necesaria y el papel útil de Vox es en el Parlamento, marcando límites y tensionando al PP. Ahora, pasar de la enmienda a la coalición valenciana, a sostener que el PP es cómplice de la violencia machista, es un insulto a la inteligencia de las mujeres y de los hombres. También lo es el discurso de la derecha que niega la violencia machista, por supuesto, pero ese discurso no lo hacen Feijóo ni Mazón ni el PP, por más que lo repita el argumentario de Moncloa. Como tampoco avaló la violencia machista el presidente Sánchez cuando negoció aquel acuerdo de investidura con Albert Rivera, que en uno de sus puntos le comprometía, de llegar al Gobierno, a aprobar una ley de violencia intrafamiliar. De tanto tratarnos como idiotas, más de uno y de una han acabado creyendo que lo somos. No queda otra cosa que pensar.