«De Bellum luce»
El ticket Ayuso-Guardiola
La coalición Frankestein no puede ser sustituida por una coalición sometida a los Buxadés que presumen de su pasado falangista y a las voces ultra nacionalistas que se están haciendo con el control de Vox
El marco que está intentado construir la izquierda sobre lo que se decide el 23J es una trampa de la que el PP debe salir lo antes posible. En estas elecciones se decide sobre si continúa al frente del Gobierno la coalición Frankenstein, con el presidente Pedro Sánchez como director de orquesta, y no sobre un hipotético Gobierno de coalición PP-Vox. La realidad socio electoral que tiene que gestionar la dirección popular es compleja porque, a las dificultades que conllevan siempre los pactos, hay que añadir en este caso la injerencia de una campaña de generales que condiciona a todos los actores que participan del juego.
El PP tiene que romper con ese marco que está construyendo la izquierda sin perder tiempo porque lo que menos hay es tiempo para perderse en juegos políticos. El «parte» de guerra no deja margen para la duda: la dirección popular tiene que asumir con valentía el compromiso de que no gobernará en coalición con Vox, con Santiago Abascal como vicepresidente, porque entonces se metería en el mismo laberinto que el PSOE con Podemos. Los extremos se tocan en su dogmatismo, en su radicalidad, en convertir en prioritario la manera de ver la vida de un segmento de la población, que está en su derecho de opinar como opina, y de votar a quien vota, pero que es una minoría que no puede imponer un revisionismo de lo ejes básicos de la convivencia.
Después del «sanchismo», España necesita un Gobierno de mayorías, estable, en el que las reformas no estén condicionadas a intereses de partido, y que no crezca bajo la amenaza de que desde dentro se promueva la misma política de confrontación que ha abanderado Podemos, aunque ahora con otros consignas y desde otras carteras. Vox está bloqueando el cambio del 28M porque sus prioridades son disfrazar la violencia machista, retroceder en igualdad y volver a señalar al que no se ajusta a sus cánones. Y tanto daño hacen las imposiciones de la izquierda ultras como de la derecha radical.
La coalición Frankestein no puede ser sustituida por una coalición sometida a los Buxadés que presumen de su pasado falangista y a las voces ultra nacionalistas que se están haciendo con el control de Vox. Feijóo no gobernará con Abascal como vicepresidente, sea cual sea el resultado en las urnas, pero para que el votante del centro derecha se lo crea tiene que explotar su perfil moderado, el valor de la palabra dada y agarrarse al ticket que deberían representar Isabel Díaz Ayuso y María Guardiola, si el factor humano lo permite.
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