Partidos Políticos
¿Es posible una nación de naciones?
La contestación a la pregunta que proponemos es diversa. Si lo hacemos desde un punto de vista político, todo es posible. Todo lo que dice y hace un político es posible, porque tienen la capacidad de hacerlo ley. De prácticas así, en las que no se hacen otras consideraciones de autoridad, estamos viendo como se está destruyendo, no ya los conceptos, sino hasta el lenguaje. Y en esto tiene mucha responsabilidad lo que se define como corrección política. La corrección política destruye y pervierte sus originales significados en pos de ideologías partidistas y no de conceptos universales. Y esto no es inocente, porque a través de lenguaje se penetra en el pensamiento y en el conocimiento y una vez dentro es más fácil manejarlos, cuando no, destruirlos. Por tanto, desde el punto de vista político, la respuesta es, que todo es posible, incluso probable. Ahora bien, si nos acogemos al rigor académico o científico, la expresión «nación de naciones», es un absurdo. A pesar que algunos estadistas hayan afirmado que, «nuestra concepción de España como nación de naciones nos fortalece». Lo cierto que muchos de sus seguidores lo hacen doctrina e incluso ley.
En rigor, no es verdad que eso nos fortalezca. Todo lo contrario, nos debilita y nos conduce a lo que estamos viendo y viviendo todos días. A una debilitación sin límites del Estado, de la Nación y de ese producto histórico, que es el Estado-Nación. Y fruto de esa debilidad, se produce una floración de invención de nacionalidades por doquier, en el que aquella comunidad autónoma que no se sienta nación dejará de ser algo político ¡Esperen y verán!
Hoy oímos hablar a políticos que dicen cosas sin saber lo que dicen. Todo vale y no les da vergüenza hablar de lo que no saben. Claro, creen, o se amparan en que como han sido elegidos democráticamente, lo que digan vale, porque la democracia está por encima de todo y por tanto valida todo. Al tonto, lo pueden hacer listo como a la noche se la puede hacer día si el voto de la mayoría lo decide. La democracia está por encima de todo, por encima del derecho divino, del derecho natural, del derecho positivo y, desde luego, de cualquier ley. Lo vemos todos los días. La democracia como respeto a la ley ha pasado de moda. Sencillamente ha periclitado. La democracia es el ungüento de fierabrás de nuestra época. Aunque eso sí, siempre que vaya en favor de las convicciones verdaderas, que son las que dicta la corrección política.
Volvamos al principio. La expresión «nación de naciones» es un absurdo que contribuye a deconstruir el vigente e histórico Estado Nacional español, en favor de una multiplicidad de nuevos estados-nacionales que no se justifican ni por razones económicas, ni sociales, ni culturales y mucho menos históricas. El estado-nacional es una construcción propia del siglo XIX, que surgen a la par que los mercados nacionales a los que había que regular. A día de hoy, éstos sí que han caducado. Por tanto, los nuevos estados-nacionales solo se justifican por ambiciones de unas elites políticas que buscan la patrimonialización del estado que es fuente inagotable de gracias y mercedes ¡Queda contestada la pregunta!
Los conceptos imprescindibles
Nunca debe mezclarse en un mismo discurso lo que es España o la Historia de España, con lo que es la nación española, ni con lo que es el Estado español, que en nuestra época, es en realidad, el Estado nacional español. Al menos lo ha sido hasta ahora. Cualquiera de estos términos responde a conceptos diferentes y no son intercambiables.
Sobre la Historia, sólo decir que es lo que sabemos del pasado. Los historiadores lo reconstruimos. Nada que ver con ese otro término que nos han colado de rondón y lo han hecho ley, que es la Memoria histórica. La memoria es determinar lo que es bueno y malo, por tanto, es manipulación de la realidad.
La Nación es un concepto que tiene significados equívocos, depende del período histórico al que nos refiramos. Hoy lo utilizamos como un concepto cultural y jurídico-político. En otros momentos de la historia ha servido para identificar una pertenencia, a una religión o de vínculo de lealtad con un monarca... Hoy, sin embargo, está asociado al concepto de soberanía (esencial), al mercado y a una cultura con caracteres propios, de la que se deriva una doctrina que es la del nacionalismo.
El Estado, es un concepto político-administrativo. Es una forma política, una forma de ordenar el poder para que fluya con eficacia, es decir, que el mando se cumpla. A lo largo de la historia se han dado muchas formas de ordenar el poder, que han estado en estrecha correspondencia con la forma de organizar la sociedad, la economía... y la cultura.
Un último concepto es el de Patria. De pater y mater. Concepto de pertenencia, de genealogía histórica y que se caracteriza por el amor a lo propio sin rechazo, ni odio a otro. Lo que fundamenta y define al Nacionalismo es la diferencia: el odio al otro.
Para concluir, la historia de la Humanidad o de los grupos humanos, que llamamos civilizaciones son proyectos colectivos difíciles y que siempre penden de un hilo para su supervivencia. En esos proyectos, se da es una difícil combinación de elementos políticos, socioeconómico y culturales que los hacen viables temporalmente, porque todos acaban degenerando y en crisis. El problema que enfrentan estas colectividades, es cómo salir de esas crisis y la historia nos cuenta, que casi siempre la ruptura de los consensos en los proyectos se ha resuelto en conflictos (en guerras).
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