Psiquiatría

Por qué nos deprimimos en Navidad y cómo lograr evitarlo

Parece que las vacaciones en general y las Navidades en particular deben ser un tiempo feliz. La familia, los amigos, los regalos, la fiesta y las comilonas son, o al menos deberían ser, un buen aliciente para mejorar nuestro estado de ánimo, pero la realidad es que a veces no es así... e incluso más bien es todo lo contrario. El estrés de prepararlo todo, las compras, el gasto, el cambio de hábitos de consumo y los horarios, la falta de un ser querido y los días grises y cortos, no acompañan al estado de ánimo de muchas personas que, precisamente en Navidad, se sienten más tristes que en cualquier otra época del año.

Por qué nos deprimimos en Navidad y cómo lograr evitarlo
Por qué nos deprimimos en Navidad y cómo lograr evitarlolarazon

Parece que las vacaciones en general y las Navidades en particular deben ser un tiempo feliz. La familia, los amigos, los regalos, la fiesta y las comilonas son, o al menos deberían ser, un buen aliciente para mejorar nuestro estado de ánimo, pero la realidad es que a veces no es así... e incluso más bien es todo lo contrario. El estrés de prepararlo todo, las compras, el gasto, el cambio de hábitos de consumo y los horarios, la falta de un ser querido y los días grises y cortos, no acompañan al estado de ánimo de muchas personas que, precisamente en Navidad, se sienten más tristes que en cualquier otra época del año.

Resulta mucho más normal de lo que parece que sea en diciembre, durante las fiestas, cuando los sentimientos de depresión y los estados de ánimo negativos, afloren. No existe un dato que cuantifique un aumento real de casos (los mayores problemas sobre la depresión afloran en primavera), pero sí que podemos hablar de evidencia anecdótica respecto al índice de depresiones en Navidad. Éstos son algunos de los factores de riesgo de depresión en vacaciones, y cómo podemos evitarlos.

- Generar falsas expectativas: el sueño de una chimenea, una copa de vino y la familia sonriendo alrededor del fuego mientras fuera nieva resulta una estampa maravillosa, pero lamentablemente poco realista. Las Navidades son tiempo de paz y amor, de familia y amigos, pero sin esperar que las cosas sean perfectas. La gratitud es el mejor antídoto para la depresión, por eso a pesar de que no tengamos chimenea, ni nos guste el vino ni fuera nieve, es importante valorar que tenemos una familia y un tiempo para nosotros, aunque haya discusiones o aunque no todo salga bien.

- Tratar de hacer demasiadas cosas: la compra, la cena, los regalos, la decoración... no todo tiene que ser perfecto en Navidad, y tratar de que lo sea, puede generar frustración y tristeza. No hay que acapararlo todo, no pasa nada si el pavo tarda una hora más en hacerse o si a la vajilla de la abuela le faltan piezas, no hay que perseguir la perfección, sobre todo si se tiene tendencia a atravesar periodos de ansiedad o falta de sueño.

- Dejar de lado nuestra rutina: diciembre suele ser una época de mucho trabajo porque se condensa en 20 días en lugar de en los 30 que estamos acostumbrados. Si al pico de estrés le sumamos que dejamos de lado nuestra rutina (las clases de yoga, la cocina sana o salir a correr por las mañanas), la cosa se complica aún más. Hay que evitar caer en la tentación del caos navideño provocado por comilonas y nuevos horarios. Esto nos hará notar menos cambios drásticos y, aunque novedoso, no será un shock para nuestro estado de ánimo. También conviene no pasarse con el consumo de alcohol, ya que éste empeora los síntomas de ansiedad y depresión.