Houston
España en verano: Odisea 2021
La noche del sábado nos recordó lo cerca que está la Luna de nosotros, su inmensidad y a muchos les picó la curiosidad infantil por este astro. El próximo domingo la humanidad celebra un aniversario: el de la llegada del primer hombre a la Luna. Es cierto que fue una hazaña motivada por la política –rusos y norteamericanos tenían que avanzar posiciones en su particular guerra de guerrillas interestelar– pero que hoy se celebra en los cinco continentes. Se han cumplido 45 años desde que el comandante Neil Armstrong dejara su huella en suelo lunar y los astronautas ya no son esos grandes héroes que copan con sus posters las habitaciones de los adolescentes –hoy solo lo consiguen los de «One Direction»–.
Como explica a LA RAZÓN uno de los pocos españoles que vivió desde dentro aquel momento, Luis Ruiz de Gopegui, «antes todos soñaban con llegar a la Luna. Hoya ya no interesa, se sabe que no hay nada allí». Eso mismo debió pensar el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, en febrero de 2010, cuando decidió cancelar –por la recesión económica– el Proyecto Constelación que su antecesor, George W.Bush, lanzó seis años antes: «Es el momento para que Estados Unidos dé el siguiente paso. Anuncio un nuevo plan para explorar el espacio y para que haya presencia humana en el Sistema Solar». Quería repetir la gesta pero los demócratas que le siguieron al frente de los 50 estados prefirieron optar por otra meta: Marte. Por ello, de aquí a 2021, sólo se lanzaran tres misiones desde Cabo Cañaveral en dirección a nuestra luna y ninguna de ellas planea alunizar, las misiones Orion sólo darán vueltas alrededor de la gigantesca roca. La primera de ellas saldrá el próximo diciembre. No volveremos a escuchar a un norteamericano decir «¡Ey!, es fantástico. No me hundo demasiado», como dijo el tercer hombre que puso un pie en la Luna.Era Pete Conrad, de la Apolo 12, que siguió los «pasos» de Buzz Aldrin y Armstrong. Pero todo tiene su lado positivo, los científicos que controlan las misiones desde la Tierra pasarán de sufrir por los alunizajes a temblar por los aterrizajes en Marte. «Ese fue el peor momento de la misión.El descenso fue muy complicado y Armstrong se dio cuenta de que había demasiadas rocas, no era el lugar prefijado.Estuvo revoloteando por su superficie.No sabía dónde alunizar cuando desde Houston dijeron: ''Treinta segundos''. Nadie sabía qué significaba ese dato salvo nosotros y los astronautas.Era el tiempo que tenían para que se les agotara el combustibles.Si no lo lograban, se estrellarían». Y, ¿qué ocurrió?, pregunta esta redactora con la misma tensión de aquel momento. «Estábamos todos temblando y cinco segundos antes, se posó». Cuántos gestos de alivio se vivieron en las estaciones de control: en Fresnedillas (Madrid),en Goldstone (California, EE UU) y en Canberra (Australia).
Sin la Guerra Fría como elemento de presión, a la NASA ya no le interesa la Luna, aunque, como indica Ruiz de Gopegui, «este astro es muy interesante para la ciencia, aunque ahora solo se puiensa en hacer cosas más raras o en llegar a un cometa». Es cierto que, como apunta el experto que trabajó más de treinta años bajo las órdenes de Houston –sede central de la agencia estadounidense–, «no creo que se descubra nada, pero se podría explotar y eso no se está teniendo en cuenta».Entre las misiones que plantea insiste en que «sería el mejor lugar para colocar telescopios potentes de los que se obtendrían mejores resultados que el Hubble que se mantiene en órbita»; también cree que sería una buena fuente «de materiales para los astronautas del futuro». ¿Utópico o emprendedor? Los que parece que pueden seguir sus consejos son los asiáticos. Son ellos los que más están invirtiendo en exploración espacial y no se olvidan de la Luna. Son los principales exploradores del astro en este siglo, aunque la Agencia Espacial Europea también se estrenó en 2004. Pero sin duda, los países del este son los que más avances están consiguiendo. Los indios con su primera misión en 2008, fueron capaces de detectar agua en la Luna.Gracias a este hallazgo se corroboraba la teoría de que el satélite había pertenecido a la Tierra. Theia chocó hace 4.500 millones de años con nuestro planeta y de este encuentro nació la Luna, la responsable del movimiento de nuestros mares y de que en días como ayer, en algunos puntos del mundo, no hiciera falta iluminación. Puede que este magnetismo es el que también atraiga a rusos, chinos y japoneses. Los primeros jamás han relegado de su luz.De ahí que a lo largo de los próximos siete años se dirigan a los cráteres lunares las misiones Luna 25 (2016), Luna 26 (2017), Luna 27 (2018), Luna 28 (2020) y Luna 29 (2021).Cuatro de los cinco tocaran suelo lunar. Los chinos, en diciembre del pasado año, mandaron su primera expedición y, desde entonces, Yutu –el lander que trabaja allí– busca similitudes con nosotros. Y los japoneses no se quedan atrás, también quieren entender mejor qué es del astro.Pero Ruiz de Gopegui insiste: «Si el ser humano vuelve a la Luna lo hará en una misión conjunta».
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