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Antonio Spadaro: «El liderazgo mundial de Francisco es indiscutible»

Entrevista al ciberteólogo y director de «Civiltà Cattolica»

Antonio Spadaro: «El liderazgo mundial de Francisco es indiscutible»
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La Ciberteología. Puede sonar raro, pero existe. Es una asignatura en la Pontificia Universidad Gregoriana. El término lo ha acuñado Antonio Spadaro, un jesuita conocido en todo el planeta por publicar la primera y más extensa entrevista con el Papa Francisco en «La Civiltà Cattolica», el semanario cristiano de referencia que él dirige. Durante este fin de semana todas las miradas se pusieron en él cuando tomó la palabra en el Primer Congreso iMisión sobre evangelización en internet, celebrado en CEU San Pablo.

–¡Qué invento la ciberteología!

–Existe en tanto que nace de una experiencia personal. Cuando la Conferencia Episcopal italiana me invitó a impartir una ponencia sobre la presencia de la Iglesia en la red, comencé a reflexionar cómo influía internet en mi existencia, qué generaba en mí. Y llegué a una conclusión: internet ha cambiado mi modo de pensar, pues me plantea la posibilidad de entrar en contacto con otros, compartir lo que vivo y siento con personas de otros continentes de forma inmediata, estén en Portugal, Brasil o Líbano. Si entendemos la teología como pensar sobre la fe, la ciberteología se puede entender como el pensamiento de la fe en la era de las redes sociales.

–¿Dios tiene perfil en Twitter?

–No, pero ciertamente hemos comprobado que la gente sí está expresando a través de la red una fuerte necesidad de lo espiritual. Twitter es un lugar en el que se pueden vislumbrar las inquietudes más profundas del hombre. De hecho, Juan Pablo II ya reflexionó sobre este asunto y apuntó que la tecnología de la comunicación ayuda a la persona a profundizar sobre el sentido del ser humano.

–Sin embargo, se corre el riesgo de confundir lo real con lo virtual...

–Está claro que es un riesgo. Pero prefiero no hablar de virtual sino de desvirtuarse. La lealtad existe tanto en el mundo físico como en el digital. La comunicación en el mundo digital tiene y puede ser tan auténtica como en el trato personal. Todos sabemos que podemos estar físicamente hablando con una persona y sin embargo no ser auténticos, actuar como hipócritas teniéndole enfrente. Por eso, estamos llamados a superar la esquizofrenia que puede surgir al pensar que lo digital no es real ni auténtico.

–Se dice que la Iglesia va a remolque de los tiempos. Sin embargo, en material digital, Benedicto XVI fue pionero en Twitter.

–Si echamos mano de la Historia, basta comprobar que la primera emisora de Marconi fue Radio Vaticana. La Iglesia siempre ha estado atenta a los avances de la comunicación, por un motivo sencillo: para la Iglesia anunciar el Evangelio es esencial. Pero no nos interesa comunicar por comunicar, queremos estar allí donde el hombre se expresa en esencia y el hombre de hoy está en las redes.

–Además, Francisco cada día da lecciones magistrales de comunicación.

–El Papa no tiene estrategia alguna. Tiene un perfil pastoral que le ha llevado a estar durante toda su vida en contacto con la gente, lo que hace que sepa cómo dirigirse a los demás. Esta comunicación espontánea de Francisco nos recuerda que no todo depende de los avances tecnológicos. Él se sirve de su conocimiento de las palabras con las que llega a tocar el corazón del otro, pero, por encima de todo esto, de la autenticidad. Su comunicación es auténtica, ahí está el secreto.

–Habla de la espontaneidad del Papa. ¿No puede resultar peligrosa?

–No. No hay que confundir ser espontáneo con ser impulsivo. El Santo Padre no dice nada de manera impulsiva, todo lo que dice es reflejo de una apertura interior, sabe contagiar esa paz que nace de su interioridad y convertirlo en un diálogo con el otro, con aquel que le escucha.

–Diferentes analistas internacionales confirmaron a «La Razón de la fe» hace unos días que Francisco es el único líder global...

–Su liderazgo mundial es indiscutible. Con esta sencillez y autenticidad ha creado un nuevo modelo de autoridad que no se funda en la distancia, sino en la cercanía. Esto no es sólo una exigencia eclesial, sino que hace que hace que se identifiquen con él personas en todo el planeta, ante sus pronunciamientos morales y sociales. De ahí que su impacto llegue hasta la política.