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Carta de una monja frente al 8M: “Deseamos que la Iglesia deje de ser una institución machista”

Carta de una monja frente al 8M: “Deseamos que la Iglesia deje de ser una institución machista”
Carta de una monja frente al 8M: “Deseamos que la Iglesia deje de ser una institución machista”larazon

Carmen Soto, de la congregación Siervas de San José, expone en una carta la situación de desigualdad que viven las monjas en referencia a la próxima celebración del Día de la Mujer

Carmen Soto, de la congregación Siervas de San José, expone en una carta la situación de desigualdad que viven las monjas en referencia a la próxima celebración del Día de la Mujer, el próximo 8M. Arranca su artículo con una frase contundente: “Después de haber ido arrinconando y casi denostando el feminismo, éste vuelve a ser protagonista de nuestras conversaciones en la calle y en los medios de comunicación”. Prosigue explicando que“las mujeres, como colectivo, nos sentimos hoy con más fuerza para alzar nuestra voz ante las desigualdades, los estereotipos y la violencia que seguimos sufriendo en todos los lugares del mundo”.

Insiste en que “no hay una sola forma de ser feminista, sino muchas”.En referencia a su situación como religiosa, asevera que “somos un colectivo bastante invisible” y “con frecuencia la mirada que la sociedad tiene hacia nosotras está cargada de estereotipos que apenas responden a lo que somos ni a lo que estamos haciendo”.

“Pertenezco a un grupo dentro de ese colectivo, la congregación de las Siervas de San José, quizá por eso, el nombre para más de uno y una suena algo antiguo, pero desde sus inicios se comprometió con la dignificación de las mujeres trabajadoras pobres”.
Soto explica que, “en el 8M, las monjas queremos alzar nuestra voz porque como ciudadanas reclamamos equidad y dignidad para todas las mujeres”. Y alude específicamente a las desigualdades que se viven en el seno de la Iglesia: “Porque somos mujeres creyentes y vivimos nuestra vocación dentro de la gran familia que es la Iglesia. Deseamos que deje de ser una institución patriarcal y, a veces machista, y podamos sentirnos hermanas de nuestros hermanos en la fe, ofreciendo en igualdad nuestra palabra y nuestros dones”.