Benedicto XVI
Claudio María Celli: «Los tuits del Papa son chispas de verdad»
Presidente del Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales
El arzobispo italiano Claudio Maria Celli ha sido presidente del Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales hasta que el 28 de febrero acabó el pontificado de Benedicto XVI. Como todos los jefes de los dicasterios vaticanos, con la sede vacante cesó temporalmente en su cargo, aunque sigue trabajando a destajo para acreditar y facilitar su labor a los cerca de 5.500 periodistas que seguirán el cónclave.
–¿Cuál ha sido el punto fuerte de Benedicto XVI desde el punto de vista comunicativo?
–La motivación que le ha guiado en el sector de la comunicación era su deseo profundo de dialogar con los hombres y con las mujeres de hoy. En sus encuentros siempre intenta entablar un diálogo, prestando mucha atención a las personas. El otro contexto que es importante subrayar, que se pone en sintonía con Juan Pablo II, es que para él las nuevas tecnologías originan una cultura. Es lo que hemos llamado la cultura digital. Sus mensajes de la Jornada Mundial para las Comunicaciones Sociales tocan este aspecto. Dice que las nuevas tecnologías generan la percepción de un ambiente de vida que es habitado por hombres y mujeres de hoy. El deseo de Benedicto XVI es estar presente en este ambiente de vida para tener un diálogo respetuoso con todos.
–¿Por ello se abrió una cuenta en Twitter?
–Hay tres momentos comunicativos de un cierto nivel por parte de la Santa Sede en los últimos tiempos. El primero es la apertura del canal vaticano de Youtube. El segundo, la apertura del portal multimedia news.va. Y el tercero, la experiencia de Twitter. Todas estas decisiones responden a este hilo conductor de la comunicación: el deseo de estar allí donde las personas de hoy se encuentran para dialogar con ellas. Es muy interesante que un hombre que a primera vista no es comunicativo, porque es más reservado y tímido que su predecesor, al mismo tiempo sienta íntimamente este deseo de dialogar con el prójimo.
–¿Fue difícil convencer a Benedicto XVI para que debutara en Twitter?
–La secretaría de Estado le preparó, como siempre ocurre en estos casos, un informe al respecto, en el que se explicaban los pro y los contra. Vi el documento en que Benedicto XVI, con su escritura tan chiquitita, decía que estaba de acuerdo y firmaba. El poder comunicativo de Twitter es muy grande. Hicimos una estimación y vimos que, calculando por lo bajo, un tuit del ya Papa emérito llega al menos a 40 millones de personas. Son chispas de verdad, píldoras de sabiduría, que prestan un gran servicio.
–¿Considera la renuncia otro gesto con gran poder comunicativo?
–Mucha gente en todo el mundo ha visto en este gesto una muestra de un hombre que no está enrocado en el poder y que por amor a la Iglesia se da cuenta de que sus fuerzas, entendidas con un amplio sentido, ya no son suficientes para prestar el servicio que la Iglesia necesita. Da un ejemplo de alguien que ha sido llamado, que no ha buscado este tipo de servicio, que lo vive intensamente y, al mismo tiempo, se da cuenta llegado un momento de que sus fuerzas no son suficientes y se retira. En un mundo en que los hombres buscan posiciones de prestigio y de poder, él muestra lo contrario. Ha dado un grandísimo ejemplo percibido por millones de personas a nivel mundial.
–¿Cómo vive el periodo de sede vacante?
–Ya no soy presidente de este dicasterio. Vengo a la oficina pidiendo permiso a monseñor Tighe, que es el secretario. Le pregunto si me permite entrar en mi antigua oficina, pues yo ahora no soy nada. Hay que aceptarlo con mucha sencillez, pero estamos ahora trabajando a todo vapor. Es indudable. Hay casi 5.500 periodistas acreditados de 63 países. Todo eso para nosotros supone mucho trabajo.
–¿Tiene usted un perfil de cómo sería el candidato más adecuado para suceder a Benedicto XVI?
–Debe ser un hombre de fe que ame apasionadamente a la Iglesia, que sea capaz de escuchar al hombre de hoy, y que su corazón sepa conmoverse con las angustias y las alegrías de la gente. Debe tener el gran valor de anunciar a Jesucristo.
–Algunas de las grandes dificultades del pontificado de Benedicto XVI estaban relacionadas con la comunicación: Ratisbona, preservativo, «lefebvrianos», «Vatileaks»... ¿Ha sido capaz de darles la vuelta con la palabra?
–Benedicto XVI en este aspecto ha dado un ejemplo, una vez más, de libertad interior. No se ha puesto de rodillas frente a la Prensa. Nos da un ejemplo de alguien que no busca consensos. El servicio del Papa no es político, es el de confirmar a los hermanos en la fe. Este servicio no busca consensos.
Sin afán mediático
¿Debe el próximo Papa ser un buen comunicador? Claudio Maria Celli recuerda que la función principal del Pontífice debe ser «confirmar a los hermanos en su fe», no ser «el más guapo, el más inteligente o el más mediático». Por cómo funciona el mundo contemporáneo, reconoce sin embargo que «los medios tienen un papel muy grande» en la misión evangelizadora de la Iglesia. Benedicto XVI ha sido muy consciente de ello: «A mí me sorprendió que un teólogo, un pensador, un hombre de estudio como él, fuera tan abierto a la comunicación. Dijo cosas bellísimas al respecto, como que hay que ejercer una diaconía de la cultura digital».
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