Crisis económica
De la hucha a la misión
Obras Misionales Pontificias garantiza que el dinero del Domund llega: «Es muy valioso».
España es, además de líder en número de misioneros, potencia en solidaridad, sólo superada por Estados Unidos. De hecho, en el último año, y a pesar de la crisis económica, la recaudación en la Jornada Mundial de las Misiones (Domund), que se celebra hoy, subió en un 10,13%, doblando así el incremento de 2013, que alcanzó el 5%. En total, 13 millones de euros. «La gente se fía de Obras Misionales Pontificias (OMP) porque sabe que pone su dinero en las manos del Santo Padre, que es quien conoce las necesidades», explica Anastasio Gil, director nacional de OMP. El padre Gil conoce mejor que nadie que las necesidades son muchas y que toda ayuda es poca, pues las dificultades económicas apremian. Lo ejemplifica a través de la conversación que mantuvo con un obispo en África, que le confesó que a día diez de cada mes ya no tenía dinero para pagar a sus misioneros las necesidades básicas. La pregunta es entonces: ¿Cómo llega un misionero a fin de mes?
La respuesta llega a LA RAZÓN desde Perú, del misionero español y obispo del Vicariato Apostólico de Puyo, Rafael Cob García: «Generalmente, los obispos no se preparan para estas tareas ecónomicas de administrar bien una diócesis o un vicariato. Por ello, sí es un quebradero de cabeza para el obispo. También darse cuenta de que los gastos del mes son muy elevados y que los ingresos que recibimos no alcanzan para cubrilos. Pero Dios nunca, a pesar de las crisis financieras, nos abandonó”. Cob García agradece a todos los que ayudan a los misioneros y que con su aportación hacen posible su misión. Aquí es donde llega la segunda pregunta: ¿Qué pasa con el dinero de la hucha del Domund? Esta vez, la solicitud es resuelta desde la sede nacional de OMP. Allí, Isabel Santiago trabaja en el departamento de Administración: «Nuestra principal labor, al margen de llevar ordenadamente las cuentas, es intentar rentabilizar lo mejor que podamos el dinero que nos llega en el ejercicio. Tampoco tenemos demasiadas opciones, porque es un dinero muy valioso, con el que no podemos especular y debemos ser extremadamente cautos. Habitualmente, nuestras inversiones son bastante simples, imposiciones a plazo fijo, durante 3, 6 o 9 meses, con capital garantizado y riesgo cero».
Cuando concluye el ejercicio, continúa Isabel, se envía un balance informativo al Vaticano, que recibe durante todo el año diferentes solicitudes de proyectos de los distintos países de misión. Una vez que la Santa Sede unifica la recaudación, pide a las OMP nacionales que envíen el dinero a los territorios de misión a través de las Nunciaturas Apostólicas. Allí, el dinero se utiliza fundamentalmente para el mantenimiento diario de los misioneros, para su alimentación y necesidades básicas. «El misionero de nuestra Iglesia vive con mucha austeridad, pero con dignidad», explica Rafael Cob. Otras partidas importantes en los territorios de misión son la cobertura de los gastos de administración, mantenimiento de casas, templos, transporte... y los proyectos, que abarcan las áreas pastorales de educación, salud y acción social con los más pobres. Ahí están los colegios, escuelas, centros médicos, hogares de ancianos, comedores.... Con todo, Rafael Cob concluye: «El trabajo de los misioneros no se puede pagar, pero con todo su amor necesitan subsistir y espacios para ayudar».
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