Martín Prieto
Difamado como Borges y Sábato
A Pío XII aún se le sigue acusando de cerrar los ojos ante la SOAH, el Holocausto,( insidia en la que no caen ni los propios judíos ) sin atreverse a destacar la misma «ignorancia» de Stalin, Rooselvet o Churchill. El genocidio europeo se descubrió cuando el Ejército Rojo liberó Auswhitz-Birkenau y los angloamericanos el campo de Manthaussen y toda la teoría acerca de los campos de concentración. Circulan sordos rumores pero ni la propaganda de guerra de los aliados fueron usados como arma psicológica dada su evanescencia durante el conflicto. También la Iglesia Católica tiene inquisidores irredentos que celebraron a Joseph Ratzinger como miembro de las Juventudes Hitlerianas cuando al pobre aún no le había salido el bozo y le colgaban los correajes por debajo de los pelados cojoncillos. Cualquier analfabeto histórico sabe que la Wëhrmatch movilizó hacia finales de II Guerra Mundial las quintas desde los 16 a los 65 años y, en efecto existe una fotografía de un adolescente Benedicto XVI sirviendo una pieza de artillería antiaérea. Seguro que si hubiera resistido desertar lo habrían fusilado.
Hoy el Ejército Argentino es profesional tras haber pedido públicamente perdón a su pueblo, pero hasta que perdió la guerra por Las Malvinas era vulgarmente sacristanesco y además era necesario profesar el catolicismo para acceder al Colegio Militar. El Teniente General Jorge Rafael Videla, Jefe de tierra, Primer Triunviro de la última Junta Militar, Presidente de facto y por mal nombre «La pantera Rosa» por su boba imperturbabilidad, es de misa y comunión diaria, con un entendimiento perverso y demoníaco del cristianismo que le llevó a considerar «la guerra sucia» contra la insurgencia (ERP y Montoneros quienes orinaban agua bendita) como un acto de piedad y de fe. La dictadura militar argentina consideró la piedad católica como una debilidad de carácter y no dudó en asesinar a un obispo en un accidente de tráfico simulado. El peso de la jerarquía eclesiástica (o el de los influyentes judíos, Buenos Aires es la segunda comunidad tras NYC) sobre las Juntas Militares era nulo; al Jorge Mario Bergoglio lo hubieran hecho desaparecer por una homilía en alguna iglesia de Buenos Aires. Hebe Bonafini, carnicera en La Plata, presidenta de lo que queda de las heroicas Madres de la Plaza de Mayo, ha degenerado desde hace muchos años su dolor en victimismo y cambalache. Desde el primer día que la conocí tuve el pálpito que había interiorizado la ideología revolucionaria de sus hijos desaparecidos sustituyendo la exigencia de Justicia por un odio atroz junto a un fanatismo político. No es que apoye a la TA, las FARC o al juez Garzón, es que adoptó a un asesino de sus padres (el matrimonio Schokendler y lo hizo gerente de una cooperativa de viviendas a quienes desfondó y se llevó la guita. Las Madres levantando casas baratas. Al contrario de un personaje tan dudoso como el Premio Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel, era inevitable que «las huestes de Hebe», se lanzaran junto a quienes las apoyan contra el Papa Francisco, igual que la Presidenta Cristina Fernández se asienta sobre el rencor peronista. Cuando se inició la represión en la provincia de Buenos Aires, los Kirtchner, como las ratas, huyeron al fin del mundo: la provincia de Santa Cruz, trabajaron como el Hombre del Frac,y se hicieron ricos. Comprensiblemente no dijeron ni una palabra sobre la barbarie militar. Hay quienes prefieren a un Papa muerto a uno vivo. Las imputaciones que hacen volar no son nuevas. Jorge Luis Borges y Ernesto Sábato también padecieron idénticas infamias.
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