Roma
El líder que no busca «la fama ni el éxito»
El Papa Francisco fue elegido Persona del Año por la revista Time, que le denomina «el Papa del Pueblo»
El Papa Francisco es la persona del año. Al menos así lo considera la revista «Time», que ha elegido a Jorge Mario Bergoglio porque en menos de nueve meses ha conseguido lo que muy pocas veces un nuevo actor en el escenario mundial logró: «captar tanta atención y tan rápido de jóvenes y viejos, creyentes y cínicos», según escribe la directora del prestigioso semanario estadounidense, Nancy Gibbs. Dos obispos de Roma lograron antes esta distinción: Juan XXIII en 1962 y Juan Pablo II en 1994. Ambos serán precisamente canonizados por el Papa Bergoglio el próximo 27 de abril.
En el Vaticano sentó bien el nombramiento de persona del año. Según dijo el portavoz de la Santa sede, el jesuita Federico Lombardi, no sorprendió la mención de la revista debido «a la resonancia y a la vastísima atención» que generó Francisco desde su elección. «Es una señal positiva que uno de los reconocimientos más prestigiosos en el ámbito de la Prensa internacional sea atribuido a quien anuncia en el mundo valores espirituales, religiosos y morales y habla eficazmente a favor de la paz y de una mayor justicia», comentó Lombardi. Aunque el Pontífice, según el portavoz, no «busca la fama ni el éxito», está «contento» si la elección de «Time» sirve para atraer a «mujeres y hombres y les da esperanza».
Con esta mención, Francisco se une a una lista de personajes ilustres que fueron personas del año en el pasado, como Mahatma Gandhi, Mark Zuckerberg (fundador de Facebook), Mijail Gorbachov, Lech Walesa o Barack Obama, además de otros muchos presidentes estadounidenses. En el elenco también hay grandes malvados, como Adolf Hiter o Josef Stalin, pues el reconocimiento va a la persona que «para bien o para mal ha tenido la mayor influencia en los acontecimientos del año». En esta ocasión al obispo de Roma le han disputado el reconocimiento Edward Snowden, el topo que desveló el programa de escuchas telefónicas, y Bachar Al Assad, dictador sirio.
La de persona del año no es la primera portada que «Time» le dedica a Bergoglio. Ya lo hizo el pasado julio, calificándolo de «Papa del pueblo». En esta ocasión Gibbs insiste en esa consideración al decir que Francisco «se ha puesto en el centro mismo de las principales conversaciones de nuestra época: sobre riqueza y pobreza, imparcialidad y justicia, transparencia, modernidad, globalización, el rol de la mujer, la naturaleza del matrimonio, las tentaciones del poder». El Pontífice, según la directora de «Time», ha hecho «algo notable» en la Iglesia desde su elección el pasado 13 de marzo: «No cambió las palabras, pero cambió la música».
Ayer mismo, el Obispo de Roma dio muestras de esa melodía fresca cuando tuvo que afrontar un tema, a menudo espinoso, cuando se aborda en una catequesis. «Voy a hablar del Juicio Final... pero no tengáis miedo, ¡eh!», señaló, para presentarlo, no como un momento traumático, sino como un reencuentro con el Padre. «¡Adelante! ¡Adelante sin miedo porque el amor de Jesús es más fuerte! ¡Jesús es así!».
Esta espontaneidad que reconoce la revista estadounidense se produce pocos días después de que Facebook informara que Francisco había sido el tema de conversación más popular durante el año en esta multitudinaria red social. «Time» no es la primera publicación que lo nombra persona del año. La edición italiana de Vanity Fair ya lo hizo a principios del pasado mes de julio. Estaba esta cabecera tan segura de las cualidades de Bergoglio que le sobró medio año para tomar su decisión».
Hace tan sólo unas semanas, «The Guardian», también hacía su particular radiografía de la figura del Santo Padre, destacando que tal vez se trata del único líder a escala planetaria «capaz de unir simpatías tanto de la izquierda como la derecha». El diario británico subrayaba en esta línea, cómo, de forma espontánea, el Papa argentino ha sabido tomar el relevo del presidente norteamericano, Barack Obama, que si bien había sido el reflejo del sueño americano y de la comunidad afroamericana, no ha sabido mantenerse al frente.
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