Ciudad del Vaticano
El Papa critica que se paguen 600 euros por 11 horas de trabajo
Insta a crear cooperativas para promover «la economía de la honestidad»
«Hay una regla, no digo que normal o habitual, pero que se ve muy a menudo: ‘‘¿Tú buscas trabajo? Ven a esta empresa. 11 horas, 10 horas de trabajo. 600 euros. ¿Te gusta? ¿No? Pues vete a casa’’. ¿Qué hacer en este mundo que funciona así? Porque está la fila de gente que busca trabajo: si a ti no te gusta, a algún otro le gustará». El Pontífice Francisco volvió ayer a denunciar las consecuencias sociales del capitalismo imperante durante el discurso que dedicó a representantes de las cooperativas italianas. «Es el hambre, el hambre nos hace aceptar lo que nos hace daño, el trabajo en negro. Podría preguntar, para ofrecer un ejemplo, sobre el personal doméstico. ¿Cuántos hombres y mujeres que trabajan en el personal doméstico tienen garantizada la pensión?», preguntó Franciscó.
El Pontífice criticó el liberalismo económico que «cree que sea necesario primero producir riqueza, no importa cómo, para después promover alguna política redistributiva por parte del Estado» y pidió «valentía y fantasía» a los católicos para construir «el camino justo para integrar el desarrollo, la justicia y la paz».
Durante su alocución, buena parte improvisada, advirtió sobre las nefastas consecuencias que se producen cuando se pone el dinero por encima de la persona y echó mano de dos figuras sustantivas de la historia eclesiástica, Basilio de Cesarea, padre de la Iglesia del siglo IV, y san Francisco de Asís.
Lo repite una vez más el Pontífice: «¡El dinero es el estiércol del diablo! Cuando el dinero se vuelve un ídolo, manda las opciones del hombre y, entonces, arruina al hombre y lo condena. Hace que se vuelva un siervo», advirtió Jorge Mario Bergoglio, para quien las cooperativas deben hacer una gestión «justa» del dinero, de manera que «no mande el capital sobre los hombres, sino los hombres sobre el capital», recordó.
Cuando no ocurre esto último surgen las «falsas cooperativas, aquellas que prostituyen su propio nombre de cooperativa». Son casos de «vergonzosa y gravísima mentira» que para Francisco «no se pueden absolutamente aceptar», pues tras «una fachada honrada» se busca un fin «inmoral», dirigido a la «explotación del trabajo o a las manipulaciones de mercado, llegando incluso a escandalosos tráficos de corrupción». Frente a estas perversiones del concepto de cooperativa, el Papa Francisco pidió la «globalización de la solidaridad» y la cooperación entre los distintos sectores económicos y sociales.
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