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El Vaticano busca limitar las «fake news»

Expertos se citan para advertir de los peligros de la posverdad.

El Papa Francisco dedicó su Mensaje para la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales de este año a advertir sobre las «fake news» y difundir un periodismo social, basado en la paz
El Papa Francisco dedicó su Mensaje para la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales de este año a advertir sobre las «fake news» y difundir un periodismo social, basado en la pazlarazon

Expertos se citan para advertir de los peligros de la posverdad.

Fue el famoso filósofo Francis Bacon el que dijo eso de «calumnien con audacia, siempre algo queda». Una frase que ha pasado a los anales de la historia y que, quizá, en un momento en el que las redes sociales son la principal fuente de información, está de más actualidad que nunca. Porque las «fake news» viajan más rápido y tienen más alcance que las noticias reales, según un estudio del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT), en Estados Unidos.

El propio Vaticano ha mostrado su preocupación por este fenómeno y, de hecho, el Papa Francisco dedicó el Mensaje para la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales de este año a la Era de la Posverdad. Para profundizar en esta cuestión, expertos de todo el mundo se citan estos días en Roma, en el congreso organizado por la Universidad de la Santa Cruz, una de las más prestigiosas en materia de Comunicación.

Jorge Milán, profesor de Comunicación Audiovisual, experto en televisión y miembro del comité organizador del congreso, cree fundamental tener claros los límites de la libertad de expresión. «Desde las oficinas de comunicación de diócesis y conferencias episcopales, se puede promover una verdadera libertad de expresión con límites: el amor por la verdad y la dignidad de la persona». En este sentido, cree que «si uno tiene respeto a la dignidad de la persona, se evitarán las noticias falsas».

En el primer día de congreso, se cuestionó si el periodismo tradicional se encuentra amenazado. Esto es así «por culpa de las redes sociales», opina el profesor Milán. «Los periodistas hemos aprendido en las facultades que las fuentes hay que contrastarlas: una noticia que llega por una sola no se puede transmitir y menos si sabemos que ofende a una persona o a un grupo», explica a LA RAZÓN.

Por ello, «nos parecía importante dedicar el congreso a este tema después de todo lo que ha pasado con Facebook, con Trump o en Italia con el “Movimiento 5 Estrellas” porque, al parecer, durante la campaña electoral de este país, hace cosa de un mes, se difundieron algunas noticias falsas para desacreditar a otros partidos».

Una de las ponencias más aclamadas fue la del profesor de Ética informativa y Legislación de Prensa, el también sacerdote Jordi Pujol. A su parecer, al contrario que otras instituciones, las de la Iglesia gozan de «una posición extraordinaria porque no tienen intereses», y esto favorece «la capacidad de encontrar puntos de encuentro» y, así, «ofrecer una gran contribución a la conversación pública». También destacó que «las oficinas de comunicación eclesiales, si son bien gestionadas, pueden convertirse en mediadores culturales que logren recuperar la persona en un contexto mediático funcional y relativista».

El sacerdote advirtió además de que «si se considera imposible discernir lo que es bueno y verdadero, si no hay diálogo racional y simplemente autoafirmación o exhibición individualista, la única alternativa es hablar más fuerte, recurrir a la ofensa verbal o estética para ganar y dominar el discurso público». A este respecto, «si libertad de expresión significa libertad de ofender, fácilmente se llega a la violencia, como hemos visto en Europa con la revista Charlie Hebdo». Por lo que, en su opinión, «la libertad de expresión, sin límites, se transforma en una amenaza social».

Desde Argentina participó Juan Pablo Cannata, coordinador e investigador del Centro de Estudios en Comunicación Aplicada de la Universidad Austral, quien afirmó que «son fundamentales el diálogo, el respeto y un interés para aportar y construir una sociedad plural».