Benedicto XVI
En diez minutos a paso ligero
Desde ayer hay dos Papas en el Vaticano, pero el tercer piso del Palacio Apostólico, la vivienda de los sucesores de San Pedro desde 1903, permanece vacío. Sus diez habitaciones, sus suelos de mármol y sus lujos resultaron excesivos para Francisco, que, cuando la visitó por primera vez, comentó sorprendido: «¡Pero si aquí hay espacio para 300 personas!». Prefirió seguir viviendo en la Domus Santa Marta, la sobria residencia donde pernoctan los cardenales cuando se celebra un cónclave. Sólo utiliza el Palacio Apostólico para trabajar, para las audiencias oficiales y para asomarse los domingos a la ventana a dirigir el rezo del Ángelus o del Regina Coeli, como ocurre en este tiempo de Pascua.
Su decisión de permanecer en la «Domus Santa Marta» le hace estar muy cerca de su antecesor, Benedicto XVI, quien a partir de ahora vivirá en el monasterio Mater Ecclesiae. Es muy probable que los dos Papas repitan el encuentro que mantuvieron ayer, aunque lo harán en privado. No en vano, están a poco más de diez minutos el uno del otro. También es posible que los dos se vean durante sus paseos por los Jardines Vaticanos, a los que ambos son aficionados, o que incluso decidan hacerlos juntos. En esos momentos, Benedicto XVI podría ofrecer a Francisco valiosos consejos sobre la mejor forma de llevar el timón de la barca de San Pedro. La actitud de Ratzinger y su propia decisión de dejar el pontificado invitan a pensar que, si en algún momento brinda recomendaciones a Francisco, lo hará respetando completamente su libertad y sin que haya intromisión alguna en su pontificado.
Hay una persona que ejercerá de enlace entre los dos Papas. Se trata del arzobispo Georg Gänswein, secretario personal de Benedicto XVI y quien le acompaña en su retiro en el monasterio Mater Ecclesiae. En diciembre, cuando ya debía de tener clara su decisión de renunciar al pontificado que anunciaría dos meses después, Ratzinger nombró a Gänswein prefecto de la Casa Pontificia, con lo que le convirtió en uno de los hombres claves de la curia. Debido a esta responsabilidad, Gänswein trabaja codo con codo con Francisco.
La otra persona que hará de lazo entre los dos Papas es el sacerdote maltés Alfred Xuereb, quien fue también secretario personal de Benedicto XVI. Con la llegada al solio pontificio de Jorge Bergoglio, Xuereb pasó, al principio de forma temporal y luego ya de manera fija, a trabajar como asistente del nuevo Papa, a quien ayuda a conocer el funcionamiento interno de la Santa Sede en sus primeros compases como obispo de Roma.
La convivencia de los dos Papas en el Vaticano levanta un gran interés entre los fieles. Ayer en la plaza de San Pedro muchos peregrinos se preguntaban si iban a poder ver juntos a Benedicto XVI y a Francisco. Se tuvieron que conformar con levantar la vista al cielo para ver pasar el helicóptero de Ratzinger. Los romanos, con su natural sarcasmo, han creado ya un chascarrillo sobre esta particular situación: «Si a Francisco le pasa como a Juan Pablo I y se nos muere al principio del pontificado, siempre podemos tirar de banquillo y poner a Benedicto XVI otra vez como Papa». Ratzinger probablemente sonreiría al escucharlo, pero es difícil que le convenciera para volver al solio pontificio.
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