Ciudad del Vaticano

La familia, «bien inviolable»

Más de 200.000 personas en la Plaza de San Pedro. Francisco invita a abuelos, padres y nietos a cuidar «la levadura de la fe»

El Papa bendice a un niño durante el encuentro con las familias. Foto: Efe
El Papa bendice a un niño durante el encuentro con las familias. Foto: Efelarazon

No se anduvo con rodeos. «Os hago un encargo para que lo penséis en casa: ¿cómo va vuestra alegría en familia?», preguntó ayer el Papa a modo de médico de cabecera. Y lo hizo dejando los papeles a un lado, dentro de la Jornada Mundial de la Familia, uno de los últimos actos del Año de la Fe. Alrededor de 200.000 personas provenientes de más de 70 países se congregaron en la plaza de San Pedro para escuchar cómo Francisco les invitaba a descubrir que «la verdadera alegría que se disfruta en familia no es algo superficial, no viene de las cosas, de las circunstancias favorables... la verdadera alegría viene de la armonía profunda entre las personas, que todos experimentan en su corazón y que nos hace sentir la belleza de estar juntos, de sostenerse mutuamente el camino de la vida». En esta línea, recordó que «sólo Dios sabe crear la armonía de las diferencias. Si falta el amor de Dios, también la familia pierde la armonía, prevalecen los individualismos y se apaga la alegría. Por el contrario, la familia que vive la alegría de la fe la comunica espontáneamente, es sal de la tierra y luz del mundo, es levadura para la sociedad».

Para ello, invitó a los presentes «a rezar en conjunto, el esposo por la esposa, los papás por los hijos, los hijos por los papás, y también por los abuelos, rezar los unos por los otros; esto es rezar en familia y vuelve fuerte a la familia».

A modo de propuesta, el Papa planteó «rezar juntos el Padrenuestro, alrededor de la mesa; no es una cosa extraordinaria, es fácil. Y rezar juntos el Rosario, en familia, es muy bello, da mucha fuerza». Con este punto de partida, el Obispo de Roma subrayó que las familias cristianas «son misioneras en la vida de cada día, haciendo las cosas de todos los días, poniendo en todo la sal y la levadura de la fe». En este sentido, indicó que los matrimonios más jóvenes, van con frecuencia «a la carrera», «muy ocupados» y ha apuntado que «esta ''carrera'' puede ser también la ''carrera'' de la fe».

Estas palabras las escuchó con especial atención Paloma, que está esperando su segundo hijo. Junto a Daniel, su esposo, y la pequeña Paloma, quisieron celebrarlo participando en la jornada. «Es verdad que hay que hacer un esfuerzo para ir, pero siempre que vas al encuentro de la Iglesia y del Papa, acabas reconfortado», explica Daniel, que ha vivido «con especial emoción» esta peregrinación que ha llevado a familias de los cinco continentes a orar ante la tumba de San Pedro. Pero también, a encontrarse con el Papa Francisco. «En sus mensajes, ha hecho un especial hincapié en los pilares fundamentales de la familias», comenta, subrayando con interés las tres palabras que les dirigió en la tarde del sábado durante la vigilia de oración: «permiso, gracias y perdón». «Está claro que el camino para fortalecer a nuestras familias pasa por estar agradecido a Dios y al otro por las pequeñas cosas que nos suceden cada día. Es en lo cotidiano donde también tiene sentido el darse», expresa este padre de familia.

Si en el encuentro del sábado una suelta de globos dio color a la jornada, ayer las miradas se centraron en el icono de la Sagrada Familia, ante el cual el Papa encomendó a María a los abuelos, padres y niños presentes en la celebración. «Santa Familia de Nazaret, devuelve a nuestra sociedad la consciencia del carácter sagrado e inviolable de la familia, bien inestimable e insustituible», oró Francisco.