Egipto
El Papa se despide de Egipto alertando del «faraonismo»
«Cualquier extremismo que no sea el de la caridad no agrada a Dios», afirmó Francisco.
«Cualquier extremismo que no sea el de la caridad no agrada a Dios», afirmó Francisco.
Francisco se despidió ayer de Egipto sin que se registraran incidentes. El que ha sido uno de los viajes más arriesgados del Santo Padre se desarrolló sin problemas gracias a las grandes medidas de seguridad desplegadas a tal efecto. Y mientras el primer día el Papa lo dedicó a tender puentes y afianzar el diálogo con musulmanes y coptos, este segundo se centró en los católicos del país, unos 200.000 en un país con 90 millones de musulmanes.
La jornada comenzó temprano con la misa que el Santo Padre presidió en el estadio «30 de junio» del Ejército del Aire, donde participaron unos 15.000 fieles aproximadamente, no sin antes pasar estrictos controles de seguridad y obligados. De hecho, incluso las personalidades invitadas fueron obligadas a dejar «en consigna» sus teléfonos móviles con el fin de evitar que estos dispositivos pudiesen ser utilizados como control remoto para activar explosivos.
Francisco, siempre con una sonrisa en el rostro, saludó a los católicos subido en un pequeño vehículo blanco, descubierto, minutos antes de comenzar la celebración.
«El único extremismo que se permite a los creyentes es el de la caridad. Cualquier otro extremismo no viene de Dios y no le agrada», dijo el Santo Padre durante la homilía condenando, una vez más, la violencia.
El mensaje que Jorge Mario Bergoglio dirigió a los pocos católicos egipcios fue muy directo y estuvo cargado de esperanza. Pero tampoco dudó en pedirles que lleven a cumplimiento el mensaje principal del cristianismo: amar al enemigo.
Siete tentaciones
En este contexto, Francisco invitó a no tener miedo de «abrir vuestro corazón a la luz del Resucitado» con el fin de que «transforme vuestras incertidumbres en fuerza positiva para vosotros y para los demás». «No tengáis miedo a amar a todos, amigos y enemigos, porque el amor es la fuerza y el tesoro del creyente», subrayó el Pontífice.
El Papa Francisco también criticó la actitud de algunos cristianos que llevan una doble vida y son hipócritas. «De nada sirve llenar de gente los lugares de culto si nuestros corazones están vacíos del temor de Dios y de su presencia; de nada sirve rezar si nuestra oración que se dirige a Dios no se transforma en amor hacia el hermano; de nada sirve cuidar las apariencias, porque Dios mira el alma y el corazón y detesta la hipocresía».
Es más, «para Dios, es mejor no creer que ser un falso creyente, un hipócrita», manifestó Francisco en la homilía.
Antes de regresar a Roma, Jorge Mario Bergoglio se reunió con sacerdotes, religiosos y seminaristas de Egipto y les advirtió del peligro de caer en siete tentaciones que deben vencer para evitar alejarse de Dios.
Entre ellas la de «quejarse continuamente», la «murmuración y la envidia», la tentación «de compararse con los demás», la del «individualismo» o la del «faraonismo», que consiste «en endurecer el corazón y cerrarlo».
El peligro se produce cuando «en lugar de ayudar a crecer y de regocijarse con el éxito de sus hermanos y hermanas, se deja dominar por la envidia», que es «un cáncer que destruye en poco tiempo cualquier organismo», añadió.
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