Benedicto XVI

No a la consulta anual sobre la clase de Religión

El presidente de la Conferencia Episcopal pide al Gobierno que suprima la obligatoriedad de inscribirse «año tras año» en la asignatura

El arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco Varela, en el desayuno informativo del Fórum Europa
El arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco Varela, en el desayuno informativo del Fórum Europalarazon

El cardenal arzobispo de Madrid, Rouco Varela, respondió a la amenaza de Rubalcaba de pedir la revisión de los acuerdos de España con la Santa Sede en caso de que se apruebe una nueva ley del aborto. «Es lamentable, sería una marcha atrás en la historia de España, de la cultura y de los derechos fundamentales de la persona», dijo el presidente del episcopado español al referirse a una posible modificación del sistema que regula las relaciones Iglesia-Estado. De tratarse de una revisión del contenido de los acuerdos, en «los que no hay mucho que se pueda revisar, habría que verlo», comentó, confiando en que, finalmente, «el buen sentido se impondrá».

Durante el desayuno de Nueva Economía Forum de ayer, Rouco habló de la historia de las relaciones Iglesia-Estado. Precisamente, sobre las actuales relaciones, el prelado respondió que son «normales y fluidas» pese a que el presidente de los obispos españoles no ha sido recibido aún en Moncloa por Mariano Rajoy. No obstante, el prelado aseguró que, en el marco de esa cordialidad, existen temas pendientes, como «la cuestión del derecho a la libertad en el campo de la Educación, sobre todo en relación con la asignatura de Religión y Moral católica, que es evidente», y se refirió también «al derecho a la vida y el bien de la familia», realidades que pueden ser «mejor tratadas y mejor contempladas en una legislación revisada». Por ejemplo, en cuanto al cambio de la ley del aborto, Rouco recordó que «urge hacerlo» porque «está el derecho a la vida de muchos inocentes que cada año sufren las consecuencias». Si bien son cuestiones, señaló, que no entran de forma expresa en el marco de las relaciones Iglesia-Estado, «lo que pide la Iglesia en este campo es libertad para ejercer su magisterio, para que los fieles que pertenecen a ella puedan moverse libremente y puedan influir en el desarrollo de la realidad social», apostilló.

Al hacer ese repaso por la articulación legal de estas relaciones, el purpurado aseguró que «el modelo español de relaciones Iglesia-Estado vigente no contiene ningún elemento del que pueda decirse ''esto es un privilegio"». En opinión del cardenal, sucede al contrario en cuestiones como la enseñanza de Religión, una antigua denuncia del episcopado español, para el que la asignatura está maltratada, lo que vulnera, a juicio de los obispos, los acuerdos de la Iglesia con el Estado. Rouco pidió ayer que cursar la asignatura no suponga «una discriminación» para los alumnos. También denunció «el referéndum anual» por el que tienen que pasar los padres que, año tras año, han de solicitar la asignatura para que sus hijos la puedan cursar. «Es una exigencia desconocida en Europa» que hay que «corregir y superar», dijo el purpurado, con el fin de que «los padres inscriban sólo una vez a sus hijos en la asignatura mientras no revoquen su decisión». «Éste es un punto donde las relaciones Iglesia-Estado creo que debemos mejorar», concluyó.

En cuanto a la polémica por el pago del IBI, el purpurado zanjó el asunto rápidamente indicando que el Concordato regula las exenciones fiscales de las actividades y lugares de culto y que, al igual que otros organismos e instituciones, la Iglesia disfruta de otras exenciones gracias a otras leyes del Estado que «ni hemos promovido, ni condicionado». En cualquier caso, la atención de la Iglesia a los más necesitados no se verá condicionada «con posibles obligaciones, con nuevas o futuras exigencias fiscales, por parte del Estado. Daremos lo que tenemos, no podemos dar más», dijo. La corrupción fue otro de los puntos del encuentro que no pasaron sin la valoración del cardenal, quien aseguró que, ante este mal, se ha perdido «la conciencia de pecado», por lo que la Iglesia sólo puede centrar su tarea en una «conversión de las conciencias». Sobre su «jubilación» no quiso pronunciarse. El presidente de la Conferencia Episcopal presentó hace casi dos años su renuncia ante Benedicto XVI y está agotando su cuarto trienio al frente del episcopado que concluirá en marzo de 2014.